Esta inigualable creacion que posteo en esta oportunidad, no es un avance tecnologico contemporaneo, ni ningun futuro proyecto naval proximo a concretarse. si bien es cierto, las naciones occidentales siempre nos han sorprendido con sus sorprendentes adelantos tecnologicos en cuanto a poderio militar, los japoneses supieron legar para las generaciones futuras, una portentosa e increible maquina de guerra digna de mencion....... estos fueron, los Increibles acorazados clase
YAMATO....
Los acorazados japoneses clase YAMATO (YAMATO y MUSASHI) fueron los acorazados más poderosos de la Historia. Construidos para darle al Japón la supremacía naval sobre cualquier otra armada del mundo, entraron en servicio sin embargo justo en una época en la que el acorazado ya había perdido el papel principal de que había disfrutado hasta entonces.
Una vez que los gobernantes nipones tuvieron claro que el enfrentamiento con EEUU era algo inevitable, la Marina Japonesa se puso al trabajo diseñando una clase de súper acorazados que resultara invulnerable en combate naval clásico buque contra buque. El concepto era revolucionario: todas las limitaciones de tamaño y tonelaje que hasta entonces habían imperado a la hora de diseñar acorazados fueron apartadas para conseguir los buques más poderosamente armados y protegidos jamás creados.
En 1934 comenzaron los trabajos de diseño de esquemas, finalmente fue aprobado un proyecto que establecía valores increíbles: naves de 263 metros de eslora y 39 m de manga, armadas con cañones de 460 mm y con una cintura acorazada de 410 mm. Para construir estos monstruos no servía nada de lo que tenía Japón... ni el resto del mundo. Así que hubo que empezar por construir nuevos diques en los que acomodar las quillas de estos auténticos leviatanes. En principio fue aprobada la construcción de cuatro unidades que debía comenzar en 1937. La primera unidad, el YAMATO, fue encargado en los astilleros de Kure en 1937. Como las naves debían ser construidas en el más riguroso secreto, se construyó una estructura metálica que cubría el nuevo dique a fin de evitar que desde las colinas se pudiera ver lo que allí ocurría. La segunda unidad, el MUSASHI, fue encargado en los astilleros de Nagasaki en 1938, cuyas gradas habían sido "envueltas" con un impresionante sistema de cortinas de sisal cuyo peso total era de 408 toneladas y que mantenían la nave oculta. La tercera unidad, el SHINANO, fue encargado en los astilleros de Yokosuka en 1940 donde excavaron un enorme dique para albergarlo sin que desde el exterior del arsenal fuera visible. Y la cuarta unidad se preparó para ser construida en los astilleros de Sasebo en 1940 donde también se excavó un dique. Para afrontar la construcción de estas naves monstruosas fue necesario reconstruir prácticamente el equipo de los astilleros, teniendo que construir grúas especiales capaces de soportar 450 toneladas de peso. Para trasladar las gigantescas torres de la artillería principal, también tuvo que construirse un buque especial, el KASHINO, también en secreto, obviamente. Así, en el mayor secreto, la más formidable clase de acorazados jamás botada fue construyéndose.
Características técnicas del acorazado YAMATO:Desplazamiento: estándar 63.700 t. / normal 69.100 t / plena carga 73.000 t.
Dimensiones: eslora total 263 m / manga 38,9 m / calado 10,9 m.
Aparato motor: 12 calderas Kampon; 4 turborreductores Kampon; 150.000 hp / velocidad 27 nudos / combustible 6.300 t / autonomía 7.200 millas a 16 nudos.
Protección: vertical máxima en flotación 410 mm / horizontal máxima 200-300 mm / artillería máxima frontal 650 mm; costados 250 mm; techo 270 mm; barbetas 560 mm / puente acorazado 560 mm / mamparos transversales 300-350 mm / submarina: bulges externos.
Armamento: en 1941: 9-406/45 mm; 12-155/60 mm; 12-127/40 mm bivalentes; 24-25/60 mm antiaéreos; 4-13 mm antiaéreos; 2 catapultas y 7 hidroaviones E13A1.
Dotación: 2.500 hombres.
CASCO Y SUPERESTRUCTURASEl casco de los YAMATO había sido objeto de un cuidadosísimo diseño destinado a plasmar en él todos los adelantes técnicos del momento. La mala experiencia nipona con los cascos soldados (en 1935 perdieron dos destructores partidos en dos por un tifón) llevaron a los proyectistas a diseñar los cascos de los nuevos acorazados en acero Ducol unido por seis millones de gruesos remaches. Evidentemente el ahorro de peso no era una preocupación y prefirieron la fiabilidad del viejo sistema. El coeficiente del casco era de 1:12 y tenía un gran bulbo a proa que disminuía la resistencia del avance. Todas estas innovaciones hicieron posible que con 150.000 hp las naves dieran más de 26 nudos de velocidad, un logro sin duda notable para unidades de este porte. Además, otro gran logro de los proyectistas nipones fue conseguir que tales monstruos tuvieran un radio de virada más corto en proporción que el de un destructor, como demuestran las fotos hechas por los norteamericanos durante su última batalla, y eso a pesar de tener un timón semicompensado auxiliado por otro más pequeño situado quince metros por detrás. Una innovación introducida a raíz de lo ocurrido al BISMARCK. 4 hélices muy acertadamente dispuestas propulsaban la nave y dos quillas de balance de 75 metros de longitud completaban el casco que estaba dividido en 1.147 compartimentos estancos, de ellos 1.065 situados bajo la cubierta protectora.
Las superestructuras formaban un bloque único situado a media eslora con un enorme puente, una única chimenea inclinada hacia atrás y el puente de popa. los flancos de las superestructuras estaban cubiertos por los montajes del armamento antiaéreo. La altura metacéntrica era de 2,18 m, la de la quilla a la cofa de 55 m y la de la línea de flotación a la cofa de 44 m.
Las líneas de los YAMATO eran las más modernas jamás utilizadas en un buque de batalla. A simple vista presentaba un fuerte arrufo que elevaba la proa para proporcionar buenas condiciones marineras aún con tiempo adverso. Sin embargo, el arrufo seguía descendiendo hasta llegar a la torre nº 1 de 460 mm para, en lugar de continuar la cubierta paralela a la línea de flotación, ascender suavemente hasta media eslora para volver a inclinarse hacia popa muy suavemente. Esta inusual forma del casco se diseñó para mantener la horizontalidad virtual de la cubierta cuando la nave navegaba a gran velocidad.
APARATO MOTORLas especificaciones de proyecto exigían una velocidad de 27 nudos que fue conseguida con 12 calderas y 4 turborreductores ambos Kampon con una potencia de 150.000 hp. Los proyectistas nipones pensaron que velocidades de combate demasiado altas no eran necesarias y no se equivocaron, ya que en los MONTANA norteamericanos que debían seguir a los IOWA la velocidad era de 28 nudos, que es la que con realismo necesitaba una nave de estas características para ser operativa.
BLINDAJEComo vemos, los valores de desplazamiento de los YAMATO eran impresionantes. Recordemos que el tratado de Washington prohibía construir acorazados de más de 35.000 toneladas estándar y los YAMATO sólo en blindaje gastaban casi 23.000, casi un 36% del desplazamiento estándar del buque. Gracias a este derroche de acero, los YAMATO fueron "forrados" por un caparazón prácticamente invulnerable al fuego de cañón.
La cintura acorazada de 410 mm de espesor protegía 140 m de eslora (el espacio entre las torres de 460 mm), estaba inclinada hacia la quilla 25º y se alzaba nada menos que 5 m desde la línea de flotación. A ella se unía la formidable cubierta acorazada con un espesor de 230 mm en su parte inclinada unida a la cintura y de 200 mm en la zona central, diseñada específicamente para ser capaz de aguantar proyectiles de 406 mm (el calibre máximo empleado en los acorazados) disparados desde una distancia de 29.000 metros o bombas aéreas de 500 kg lanzadas desde 3.500 metros de altura. Un mamparo acorazado de 200 mm caía desde el borde inferior de la cintura hasta la quilla cerrando internamente el bulge antitorpedo que exteriormente estaba blindado con planchas de 14 mm. El bulge antitorpedo tenía 130 metros de longitud, 12 m de altura en el combés de la nave y 6 m de anchura. Transversalmente las naves contaban con mamparos de 340-350 mm que cerraban el espacio protegido entre las torres. Pero por si todo esto fuera poco, los YAMATO presentaban un refinamiento único: una coraza de 50-80 mm que protegía el fondo de las cisternas para asegurar que éstas no sufrieran daños en caso de impacto de torpedos o minas. Las gigantescas torres que albergaban los cañones de 460 mm tenían planchas frontales de 650 mm y estaban comunicadas a los polvorines por barbetas blindadas con planchas de 560 mm. Incluso el conducto de la chimenea fue protegido por una enorme plancha de 380 mm perforada por orificios de 18 mm por los que salían los humos. A raíz del hundimiento del BISMARCK se diseñó un local que protegía la barra del timón principal acorazado con planchas de 360 mm. El local del timón auxiliar fue blindado con planchas de 200 mm.
Esta increíble protección creaba una auténtica caja acorazada formidable, capaz de resistir cualquier amenaza a la que pudiera enfrentarse en el momento de su alistamiento.
ARMAMENTOSi increíble era su protección, no menos increíble fue su armamento. El armamento principal de los YAMATO estaba compuesto por nueve gigantescas piezas de 460 mm y 45 calibres con un peso unitario de 181,5 toneladas capaces de disparar un proyectil de 1.460 kg a 41.400 metros de distancia.
Las piezas podían elevarse a 45º, un ángulo insólito, para efectuar incluso tiro antiaéreo con proyectiles Tipo 3 cargados de centenares de "perdigones" de metralla. Sus proyectiles perforantes eran capaces de atravesar cualquier blindaje en servicio produciendo una onda expansiva o rebufo de siete kilos por centímetro cuadrado (el doble que el provocado por una pieza de 406 mm), lo que obligó a los proyectistas a proteger todos los puestos descubiertos de la nave donde operaban serviolas o ametralladores, ya que cualquier ser humano que resultara alcanzado por este rebufo sería literalmente desintegrado.
Tras la conversión de los cruceros ligeros clase MOGAMI en cruceros pesados, los japoneses tenían las torres de 155 mm de éstos almacenadas y decidieron instalarlas en los YAMATO. Además contaba con seis torres dobles de 127 mm bivalentes (antibuque y antiaéreos). El armamento secundario fue modificado en guerra suprimiéndose las dos torres laterales de 155 mm para aumentar las de 127 mm y las ametralladoras.
En el momento de su alistamiento los YAMATO constituyeron una fuerza de combate capaz de enfrentarse a cualquier escuadra del mundo. Baste señalar que una escuadra formada por los dos YAMATO, los portaaviones SHOKAKU y ZUIKAKU y su correspondiente escolta de cruceros y destructores hubiera podido derrotar en 1941 a cualquier flota de la Royal Navy británica. Si el BISMARCK de una tacada hundió al HOOD y estuvo a punto de hacer lo mismo con el PRINCE OF WALES no es difícil imaginarlo.
Naves monstruosas, acorazadas hasta hacerlas invulnerables a los proyectiles navales y armadas con los mayores cañones navales jamás embarcados hubieran dado al Japón la supremacía naval mundial como décadas antes los DUILIO y DANDOLO se la dieron a Italia...
...Y sin embargo estas naves formidables fueron hundidas sin poder demostrar su asombroso potencial.
¿Cómo fue posible?
Simplemente porque los YAMATO eran naves condenadas a muerte desde el mismo momento de su alistamiento. Desgraciadamente para ellos y para el Japón, la era de los acorazados ya había pasado. El puesto de Capital Ship ahora estaba en manos de los nuevos reyes de la mar: los portaaviones.
Los YAMATO habían sido construidos para enfrentarse a cualquier acorazado enemigo sin riesgo, y efectivamente, hubieran podido derrotar a cualquier nave adversaria aguantando sus proyectiles y hundiéndola o dejándola fuera de combate con sus monstruosos cañones. Sin embargo, en la II GM surgió una nueva amenaza que dejó obsoletos a los acorazados. Los portaaviones, capaces de lanzar escuadrillas enteras de bombarderos y torpederos con un potencial de fuego equivalente al de flotas enteras. Los YAMATO fueron hundidos por ataques desencadenados por oleadas sucesivas de aviones embarcados norteamericanos que saturaron de bombas y torpedos a estos acorazados.
Perdida toda esperanza de ganar una guerra que jamás debió empezar, Japón se planteó cómo sería esa derrota. Una vez más los japoneses fueron engañados por los astutos norteamericanos que, al igual que en 1941, les hicieron bailar a su son sin que ellos se dieran cuenta. El efecto más trágico de este juego fue la innecesaria prolongación de la guerra para poder demostrarles a los soviéticos el potencial de las nuevas bombas atómicas. Mientras tanto, la Marina Japonesa decidió morir combatiendo en el mar y no esperar la rendición o la aniquilación anclada en puerto. El 24 de octubre de 1944, perdida ya la batalla de Leyte, el MUSASHI se retiraba con su escolta cuando fue descubierto por la aviación naval estadounidense. Inmediatamente despegaron de los portaaviones oleadas de aviones cuya misión era hundirlo. A las 1030 comenzaron los ataques.
En medio de una infernal batalla, el MUSASHI, entre las 1030 y las 1310 sufrió cinco furiosos ataques. Seis impactos directos de bomba, muchos otros indirectos y ¡once torpedos! habían explotado contra la nave que sin embargo aún se mantenía a flote navegando a 12 nudos. Increíble. Los norteamericanos, asombrados por la resistencia del monstruo, decidieron enviar un sexto ataque con más de 100 aviones que llegaron a las 1720 para hundir al acorazado. No menos de diez bombas y otros tantos torpedos alcanzaron a la nave ya sentenciada. Las bombas no pudieron penetrar la cubierta protectora pero sembraron la destrucción en las superestructuras matando a casi todos los artilleros de las piezas secundarias. Los torpedos que se estrellaron contra la formidable cintura acorazada, pero allí donde no había coraza, en la proa y la popa, explotaron reventando el casco y provocando nuevas inundaciones. La última imagen tomada del MUSASHI es reveladora, la nave se encuentra en aparente buen estado después de los ataques, pero su proa ha sido machacada por los impactos de torpedo y se hunde lentamente debido a las miles de toneladas de agua embarcadas.
A las 1800 la nave quedó al garete sin energía alguna y se ordenó su abandono. A las 1930 el MUSASHI zozobró tras aguantar lo inimaginable para una nave. Con él bajaron al fondo 1.023 marinos japoneses muertos en el combate.
El 5 de abril de 1945 la última fuerza naval disponible en Japón partió de aguas metropolitanas para enfrentarse a la armada norteamericana que había desembarcado a sus infantes de marina en Okinawa. La formaban el acorazado YAMATO, el crucero ligero YAHAGI y ocho destructores. Estas naves eran los escasos restos de la que llegó a ser la armada más poderosa del mundo en 1942. El plan era que esta escuadra actuara como cebo para distraer la atención de los aviones norteamericanos para que los kamikazes se lanzaran contra la escuadra estadounidense. Era un plan suicida, el único recurso que le quedaba al ya derrotado Japón, pero no todos los soldados nipones creían en la heroicidad del suicidio, ni mucho menos. El contralmirante Kenzo Komura, jefe de la agrupación, pidió la anulación de esta operación, bautizada TEN-GO, por considerarla un inútil sacrificio de valiosas vidas, pero el plan fue aprobado y al igual que en Leyte, los marinos japoneses acataron disciplinadamente las órdenes y se dispusieron a morir por el emperador. Debido a la escasez de combustible, las naves niponas sólo embarcaron el combustible justo para llegar a Okinawa...
La idea básica era atacar a esa flota, y en caso de daños o de sobrevivir a un primer encuentro, embarrancar cerca de la costa y convertirse en una batería costera. Sin embargo, su salida fue auténticamente suicida, acompañado de una flotilla compuesta por el crucero ligero Yahagi y 8 destructores (Isokaze, Hamakaze y Yukikaze de la 17ª División de Destructores, Asashimo, Kasumi y Hatsushimo de la 21ª y Fuyutsuki y Suzutsuki de la 41ª).
Su salida fue inmediatamente percibida por los submarinos estadounidenses USS Threadfin (SS-410) y USS Hackleback (SS-295). Hacia el mediodía, 386 aviones (180 cazas, 75 bombarderos en picado y 131 torpederos) fueron enviados a interceptarlo cuando aún faltaban 200 kilómetros para alcanzar Okinawa.
El acorazado fue atacado en tres oleadas sucesivas, recibiendo 8 impactos de bomba y 10 torpedos en un combate de casi dos horas. En su cubierta, la carnicería realizada entre los servidores de las piezas antiaéreas fue terrorífica.
El Yamato usó su sistema de contrainundación para adrizar el navío, pero la concentración de impactos de torpedo en su banda de babor abriera boquetes en su casco e hizo que el buque fuera escorando lentamente hacia la izquierda, sin que sus mecanismos de compensación consiguiesen enderezarlo. Hubo un instante en que el gigantesco navío alcanzó una escora de 45°, tras lo que zozobró, detonando los pañoles de munición de la torreta número 2, partiendo literalmente en dos la nave a causa de la enorme explosión.
Murieron 2.475 miembros de su tripulación, incluyendo a su capitán, el contraalmirante Kosaku Ariga. 269 marinos fueron rescatados por los 4 destructores (Yukikaze, Hatsushimo, Fuyutsuki y Suzutsuki) supervivientes de la flota.
Foto aerea del Yamato, flanqueado por el terrible bombardeo norteamericano.
Concebidos para un combate con sus contrapartes, los YAMATO hubieron de enfrentarse a la triste realidad de ser destruidos por una amenaza a la que ninguna nave podía oponerse.
Con ellos terminó la era de los acorazados en combate para dejar paso al poder aeronaval, épico epílogo a una era iniciada casi un siglo antes con la construcción del GLOIRE y que en estos momentos había llegado a su trágico fin.