ALIENS: LA CARNICERIA
Capitulo 14
Una vez fuera de la estatua mientras un equipo médico atendía a los niños, la Unidad Fox-25 estudiaba el siguiente paso a seguir. Estaba anocheciendo y los miembros de la policía de New York indicaban a Lestat y los demás nuevos casos de avistamientos de aliens. Lo peor de todo era que cada vez eran más frecuentes y en un periodo de tiempo más corto. De seguir así la situación, la nación entraría en un código rojo sin precedentes. Cuando Lestat estaba a punto de dar una nueva orden a su equipo, alguien le avisó que tenía una llamada de Washington.
- Aquí Lestat. –Dijo al descolgar el teléfono mientras miraba el cielo turbio de New York.
- Soy el General De la Croix. Deben volver cuanto antes a Washington. –Lestat intentó protestar pero el General continúo hablando. –Nos han llegado nuevas noticias desde la unidad científica, muy importantes para poder estabilizar la situación.
- Señor, esto es un hervidero de monstruos y seguimos sin encontrar a la Reina. ¿No puede hacernos llegar esa información a distancia? –Pregunto consternado.
- Negativo Capitán. Es necesario que vuelvan de inmediato. No sé si se ha dado cuenta de que nos enfrentamos a una crisis mundial. –El General aumentó el tono de su voz.
-Entendido, partiremos de inmediato. –Contesto Lestat terminando con la conversación.
El General nos hace volver cuando más se nos necesita. Son veinte los avistamientos de esas criaturas por el momento y la gente está muriendo. –Con estos pensamientos Lestat subió al helicóptero junto a sus soldados.
El viaje duró alrededor de una hora que los chicos aprovecharon para dormir un poco. Lestat prefirió mantenerse despierto, no podía dormir con esta nueva amenaza sobre sus cabezas. Era curioso que un soldado como él hubiese acabado como Capitán de una unidad especial dedicada al control de seres extraterrestres hostiles y peligrosos para la supervivencia humana. Y ahora esa supervivencia dependía de ellos, de él y de su equipo.
-Señor estamos llegando. –Le comunicó el piloto a través de los altavoces. Todo el mundo se dispuso a prepararse para el aterrizaje, recogiendo sus efectos personales. Rubén se despertó bostezando y entrecerrando los ojos ya que le molestaba la luz que entraba por una de las pequeñas ventanas del helicóptero.
Una vez en el complejo una pareja de soldados acompañó a la unidad a una amplia sala con una mesa redonda flanqueada por todo tipo de ordenadores. Al fondo de la misma había una habitación más pequeña separada por un cristal de protección especial.
El Senador Jhonson, el General Víctor de la Croix y varios empleados y científicos les recibieron.
-Señor con el debido respeto no llegamos a entender porque nos ha hecho volver. La situación en Manhattan es crítica.
-Tranquilícese Capitán. Los avances que le mostraremos harán que albergue un mayor optimismo de que podamos salir de esta desagradable pesadilla. –El Senador miraba a Lestat con una tímida sonrisa amistosa. Los demás se preguntaban que habían descubierto que les pudiera ayudar a contener esa masacre.
-Por favor Menton explíqueles lo que han conseguido hasta ahora. –El científico se acercó al grupo de soldados con la mirada puesta en el suelo. Sacó unos papeles de una carpeta y ordenó a dos de sus ayudantes a que abrieran unas cajas que había en un rincón. De las cajas sacaron unos trajes negros de un material parecido al látex. Tenían unos detalles amarillos en forma de pequeñas franjas.
-Bien. Estos trajes que ven aquí han sido confeccionados con la piel de esos seres, lo que quiere decir que no son corrosivos a su sangre acida. Con ellos estarán protegidos ante esa amenaza.
-Un momento. –Interrumpió Yajas arqueando una ceja. -¿quiere decir que esos trajes no se derriten con la sangre de esas criaturas?
-Exactamente. Serán totalmente invulnerables a su sangre corrosiva. Ver como uno de ellos no se quemaba con la sangre de otro de su especie nos llevo a la idea de confeccionar estos trajes de combate.
-Los trajes son de sus tallas caballeros. –Añadió el Senador. –Pueden ir cambiándose de ropa mientras Menton les continúa explicando las novedades. –Todos fueron buscando su talla y empezaron a cambiarse de ropa.
-Qué asco me da ponerme su piel. –Comento Alexander visiblemente asqueado mientras metía una pierna en los pantalones de su traje de combate.
-El otro avance. –Continuo Menton. Es la creación de unas feromonas que harán que al rociárselas, los aliens al detectar el olor, los confundan con uno de los suyos.
-Ahora entiendo porque nos han hecho venir. Esto es genial, tenemos prácticamente la batalla ganada. –Exclamó con entusiasmo Stratuss.
-No es tan sencillo. –El científico miró con mirada penetrante a Strauss mientras les entregaba a cada uno de ellos un dossier informativo. –Lo que tienen en las manos es un manual de cómo usar el nuevo equipo que les vamos a entregar. Básicamente es una acción de puro trámite así que les haré un breve resumen. Nuestro equipo después de investigar minuciosamente las feromonas que emiten los aliens hemos llegado a varias conclusiones. Como les he informado antes, pasaran por uno de ellos. Pero desgraciadamente esto no sucede con la Reina. Contra ella tendrán que luchar con sus propios recursos.
-¿Podría ser peor verdad? –Dijo Hispano mientras se encogía de hombros.
-Es peor. Las feromonas que les entregaremos tienen una duración de aproximadamente una hora. No sabemos el tiempo exacto del que dispondrán y eso suponiendo que funcionen claro.
-¿Ni siquiera las han probado? –Pregunto Hispano furioso.
-Hijo comprendo tu malestar. Pero no voy a consentir que nadie de este equipo entre allí en contra de su voluntad junto a una de esas bestias. Y tampoco nadie ha querido mostrarse voluntario. –Sentenció el Senador.
-Yo las probare. –Todos se volvieron hacia Lestat. Él muy calmado se roció el liquido sobre el uniforme de piel de alíen.
-¿Estás seguro Lestat? –Le pregunto el General aparentemente muy preocupado de que uno de sus mejores hombres entrara hay con uno de esos bichos a jugarse la vida. Curiosamente ninguno de los miembros de la unidad mostraba la menor preocupación.
-Claro que estoy seguro. Si algo no va bien acabare con la criatura sin ningún tipo de compasión. –Mientras se dirigía a la habitación blindada por el cristal pensaba si todo esto no era una casualidad, si el Senador hubiese dado por sentado que él haría esta prueba sin vacilar.
Una vez dentro de la habitación una plataforma del suelo bajó y al cabo de unos minutos subía con un alíen.
El animal olfateaba a Lestat acercándose poco a poco a él. El Capitán empezó a acariciar la empuñadura de su espada por si fuese necesario matar a la horrible criatura. Pero no ocurrió nada. El alíen se movió de un lado a otro sin percatarse de que estaba acompañado de un ser humano.
-Dios mío… funciona… -Llegó a decir Yajas con la boca abierta de par en par… Todos los presentes miraban como Lestat se movia alrededor del alien sin que este hiciera el menor movimiento brusco.
-Ya puedes salir Lestat. –Le informó Menton desde el intercomunicador. Pero Lestat se puso frente a frente a la criatura, levantó el brazo y le acarició. Acto seguido desenfundó su espada y en un ágil y rápido movimiento la decapitó. La sangre acida salpico parte de su traje y pudo comprobar cómo no se corroía.
-¡No era necesario que hiciera eso!, ¡Era uno de nuestros conejillos de indias! –Gritó Menton indignado.
-Mataré a todos los bichos que se crucen en mi camino a partir de ahora.
-No. No puede hacer eso Capitán. –Dijo el Senador dando un paso adelante, con tono frio y amenazador. –Puede acabar con todos los aliens que quiera pero a la reina nos la traerá viva. –Continuó. Lestat no apartó la mirada del Senador desafiándolo y finalmente con resignación contestó: -Cumpliré las órdenes, pero quiero que sepa que no estoy de acuerdo con ellas.
-Buen chico. Volverán de inmediato con el nuevo equipo que les hemos proporcionado, localizaran a la Reina y nos la traerán con vida, para eso han sido entrenados. Para abatir a la Reina usaran esta pistola de dardos somníferos perforantes. Menton, informe a los hombres de la situación actual en New York.
Menton recogió unos informes de la mesa que tenía a su lado y los leyó en voz alta. –Los aliens están tomando la ciudad y hay numerosos avistamientos, mientras que se ha encontrado el paradero de la Reina en las profundidades del metro. La misión consistirá en internarse y llegar hasta el punto donde perdimos las comunicaciones con el equipo que informó de una especie de cuevas revestidas con fluidos de las criaturas. Una vez allí, retomaran la búsqueda del objetivo. Se les recomienda no usar las feromonas hasta que no logren abatir a la Reina ya que debido a su corta duración las necesitaran para salir de allí. Según nuestras últimas investigaciones creemos que la Reina se comunica con el resto con una especie de telepatía, por lo cual cuando la población alien sienta que la Reina corre peligro acudirán en manada a por ustedes. –Menton concluyó el informe y se creó un silencio incomodo en la sala.
-Es una misión suicida. Nos mandan al infierno y pretenden que les traigamos a la Reina con vida. ¿Cuánto puede pesar esa bestia?
-Hispano, en estos momentos la unidad científica está trabajando en nuevas feromonas. En cuanto nos comuniquen que han apresado a la Reina mandaremos al grueso de las tropas para exterminar a los aliens y transportarla hacia aquí. Su trabajo solo consistirá en atraparla, nosotros nos encargaremos del resto. Les sugiero que se preparen para salir cuanto antes, buena suerte. –A pesar de estas palabras del Senador, Lestat seguía furioso por no poder liquidar a la responsable de miles de muertes humanas.
Finalmente el grupo preparo el equipo y partió nuevamente hacia New York. El infierno les esperaba en los túneles del metro pero no tenían miedo.