Post by hiperion on Jan 8, 2010 20:09:10 GMT 2
Hola a todos de nuevo, esta vez traigo un relato ahora solo del depredador, a diferencia de mi otra historia: Antiguas Cicatrices (que no dejare en el abandono por cierto) que era del Alien contra el Depredador, ahora, solo será de este ultimo. Esta historia es original porque decidí hacer una mezcla extraña pero atractiva y evocadora, una mezcla que consiste en meter al depredador en una tierra de fantasía estilo El Señor de los Anillos o Dragónlance (para los que lo hayan leído o por lo menos hayan visto las películas del primero), porque, pues, un depredador ha de ir a cazar a todo tipo de mundos no?, porque no a un mundo de fantasía el puede ir a causar estragos?, jejeje, bueno, antes una cosa: se los pido, que nadie robe mis nombres de fantasia!!, porque son parte de otra novela mia que pienso publicar en alguna editorial y ya tienen derechos de autor eh?, sin mas preámbulos excepto por los de que disfruten el relato y comenten que tal les pareció los dejo con: “El Cazador de Demonios” xD
Tairon, capitán general del continente de Stalanor, había sido convocado al palacio del rey Tornado, en el estado de Faldor. Tairon Fedvak, procedente de la fortaleza gigante de Garack del estado de Calder, se había extrañado de recibir la misiva del heraldo, ya que, había estado arreglando el problema de la independencia de las Islas Araña, y esta misiva, al parecer decía que el rey tenia un problema mucho mayor, pues había conflictos en las Islas Araña que eran de suma importancia.
Tairon llego aquel día al palacio, por la mañana. Un guardián lo recibió y lo condujo a un cuarto, diciéndole que a mediodía tenia que ir al salón del rey. Tairon, suspiro, y ya en la habitación, se quito la armadura y sus armas (una espada larga, un arco y flechas y tres dagas). Se tumbo en la cama, y durmió unas horas. Pero mientras dormía , quizás por el cansancio, tuvo unas pesadillas terribles. Soñó que, estaba en un campo de batalla luchando contra algo horrible, a pesar de haber millones de soldados en la batalla, la cosa estaba masacrándolos fácilmente, la cosa, humanoide, era invisible y mataba sin tocar una vez los cuerpos de los guerreros. Era un demonio, una cosa terrible, era quizás Katan, el dios del mal Stalanoriano. Tairon despertó, agitado y sudando, en su cama, no había batalla ni demonios, estaba ahí, en su habitación y no moriría. Se levanto de la cama y yendo al lavabo, se enjuago la cara de sudor. Se asomo por la ventana, y viendo al sol en lo alto del cielo, supo que era mediodía y que tenia que ir con el rey Tornado.
El rey Tornado era famoso en los cuatro grandes continentes por haber derrotado al rey Temor, un monarca poseído por el espíritu de Katan, y que había formado los ejércitos mas grandes del mundo para unir al mundo como un solo imperio regido por el, y aunque el hermano de Temor, Pánico, había ayudado a matarlo por traición, Tornado había sido quien había dado el golpe final y había derrotado sus ejércitos.
Tairon llego al salón real, y al llegar unos metros atrás del trono donde se encontraba sentado el rey, se quito el yelmo y se arrodillo frente a el.
-Levántate, capitán-
le indico Tornado, al tiempo que también el le dedicaba una pequeña reverencia con la cabeza. Tairon se levanto y contemplo a su rey, Tornado, cuyo nombre real era Carten Toriled, ya era un hombre maduro, de facciones duras pero mirada jovial y llena de energía, de cabellos rojizos y ojos azules, como la mayoría de los Faldorianos, y de músculos grandes y llenos de cicatrices blancas de antiguas peleas y batallas. Tairon, al contemplarlo, recordó cuantos años habían pasado desde la guerra contra los ejércitos Tlaberianos, y como Tornado había luchado encarnizadamente contra Pánico, para al fin destrozar todo el poder del dios Katan y convertir al estado de Tlaber en un lugar maldito y deshabitado; se veía que Tornado estaba cansado de ya no pelear como en los viejos tiempos, y en su lugar, de pasarse sus últimos días en una silla recibiendo emisarios, embajadores y funcionarios.
Tornado, en su lugar, al ver el rostro demacrado de Tairon supo que había estado cumpliendo su orden de arreglar la independencia de las pantanosas y horribles Islas Araña. Recordó la participación de Tairon en las guerras tlaberianas y supuso que estaba cansado de luchar contra enemigo menores tales como piratas, bandidos y forajidos, Tornado, con el misterioso problema en sus manos, pensó que hoy, Tairon estaba de suerte.
-Supongo que has de estar extrañado de que te haya llamado en estos momentos-dijo el rey
-Mucho, su majestad- respondió Tairon –la verdad, creo, supongo que ha de ser algo muy importante-
-Supones bien Tairon, veras, en estas semanas me han llegado noticias raras y misteriosas, principalmente de un pueblo aledaño a la ciudadela de Garad-lur, en Toreslim, dicen que hay una persona que ha estado matando a varias personas, y dicen “persona” con duda, pues nunca la han visto, a veces los aldeanos solo ven las... entrañas de las personas en el suelo, a veces ven el cuerpo del muerto colgando de un árbol... desnudo o aun peor, desollado, y otras veces, ven los cadáveres con un agujero en el pecho o en la cabeza, suponemos que el causante, muy peligroso, puede ser dos cosas: o una bestia extraña, o un mago o hechicero poseído por Katan. Las gentes toreanas están muertas de miedo y aunque el gobernador de Toreslim a enviado a sus mejores hombres a combatir a la criatura, todos perecen. Tairon, sea lo que sea esa criatura es muy peligrosa, y, habrá que exterminarla a toda costa. Ya le comunique al gobernador que lo ayudaría, pues mi plan, es reunir a los mejores campeones de Beharthyr, y enviarlos a matar a la criatura, y entre ellos Tairon, estas tu.
La orden del rey Tornado, se propago rápidamente por los cuatro continentes de Beharthyr, el mundo conocido, y se lograron juntar todos los campeones que Tornado quería. Eran en total once. Eran Tairon Fedvak, capitán general de Faldor, Derveor, un mercenario cazador de bestias gigantes, Marden, maestro de armas crarstono, Eiglirt, un enano del país de Stoner, Alhadar, un sacerdote de la Tierra del Sol, Avlara, una hada y hechicera procedente de Avalon, Tanilea, una elfa, guardiana de los bosques de Zeleort, muy cerca del ciudadela de Garad-lur, Odmar, un mago de la isla voladora de Karamis, Epoteo, un goblin ladronzuelo de Careldrlim que iba únicamente por sus habilidades, Saanara, una hechicera experta en curación y Kerpil, un caballero pesado de Kerion que portaba un inmenso martillo. Todos se reunieron ese día en el salón del rey y Tornado los observo, satisfecho.
-Todos han sido informados de lo que acontece en estos momentos- dijo el rey –todos tememos lo peor, pero hay que recordar una sola cosa, cuando estén ahí, frente a la criatura, hay que recordar, recordar que llegara de nuevo el día y la noche se ira dejando tras de si nuestros miedos y nuestras angustias, pero, mientras llega ese momento les doy mi bendición, y que Ovirun, nuestro bienamado dios, los proteja en esos momentos, sin embargo, creo, será menester el sacrificio de algunos de ustedes pero...
-Yo no pienso morir- interrumpió Epoteo. Los goblins, eran por naturaleza parlanchines y habladores –ehm... su majestad- finalizo rápidamente.
-Claro que nadie quiere morir joven goblin- dijo Tornado riendo levemente –sin embargo, el destino no hace ningún tipo de consideraciones, ustedes aceptaron esta misión y al hacerlo, saben a lo que se enfrentan, a una criatura que, creo yo, no es de este mundo. Pero, sonrían!, ya que esta criatura no debe ensombrecer sus corazones ni manchar su alma..
-Así lo haremos, su majestad, rey Tornado del bienamado reino de Faldor- dijo Tairon cuando el soberano termino de hablar.
Tairon, capitán general del continente de Stalanor, había sido convocado al palacio del rey Tornado, en el estado de Faldor. Tairon Fedvak, procedente de la fortaleza gigante de Garack del estado de Calder, se había extrañado de recibir la misiva del heraldo, ya que, había estado arreglando el problema de la independencia de las Islas Araña, y esta misiva, al parecer decía que el rey tenia un problema mucho mayor, pues había conflictos en las Islas Araña que eran de suma importancia.
Tairon llego aquel día al palacio, por la mañana. Un guardián lo recibió y lo condujo a un cuarto, diciéndole que a mediodía tenia que ir al salón del rey. Tairon, suspiro, y ya en la habitación, se quito la armadura y sus armas (una espada larga, un arco y flechas y tres dagas). Se tumbo en la cama, y durmió unas horas. Pero mientras dormía , quizás por el cansancio, tuvo unas pesadillas terribles. Soñó que, estaba en un campo de batalla luchando contra algo horrible, a pesar de haber millones de soldados en la batalla, la cosa estaba masacrándolos fácilmente, la cosa, humanoide, era invisible y mataba sin tocar una vez los cuerpos de los guerreros. Era un demonio, una cosa terrible, era quizás Katan, el dios del mal Stalanoriano. Tairon despertó, agitado y sudando, en su cama, no había batalla ni demonios, estaba ahí, en su habitación y no moriría. Se levanto de la cama y yendo al lavabo, se enjuago la cara de sudor. Se asomo por la ventana, y viendo al sol en lo alto del cielo, supo que era mediodía y que tenia que ir con el rey Tornado.
El rey Tornado era famoso en los cuatro grandes continentes por haber derrotado al rey Temor, un monarca poseído por el espíritu de Katan, y que había formado los ejércitos mas grandes del mundo para unir al mundo como un solo imperio regido por el, y aunque el hermano de Temor, Pánico, había ayudado a matarlo por traición, Tornado había sido quien había dado el golpe final y había derrotado sus ejércitos.
Tairon llego al salón real, y al llegar unos metros atrás del trono donde se encontraba sentado el rey, se quito el yelmo y se arrodillo frente a el.
-Levántate, capitán-
le indico Tornado, al tiempo que también el le dedicaba una pequeña reverencia con la cabeza. Tairon se levanto y contemplo a su rey, Tornado, cuyo nombre real era Carten Toriled, ya era un hombre maduro, de facciones duras pero mirada jovial y llena de energía, de cabellos rojizos y ojos azules, como la mayoría de los Faldorianos, y de músculos grandes y llenos de cicatrices blancas de antiguas peleas y batallas. Tairon, al contemplarlo, recordó cuantos años habían pasado desde la guerra contra los ejércitos Tlaberianos, y como Tornado había luchado encarnizadamente contra Pánico, para al fin destrozar todo el poder del dios Katan y convertir al estado de Tlaber en un lugar maldito y deshabitado; se veía que Tornado estaba cansado de ya no pelear como en los viejos tiempos, y en su lugar, de pasarse sus últimos días en una silla recibiendo emisarios, embajadores y funcionarios.
Tornado, en su lugar, al ver el rostro demacrado de Tairon supo que había estado cumpliendo su orden de arreglar la independencia de las pantanosas y horribles Islas Araña. Recordó la participación de Tairon en las guerras tlaberianas y supuso que estaba cansado de luchar contra enemigo menores tales como piratas, bandidos y forajidos, Tornado, con el misterioso problema en sus manos, pensó que hoy, Tairon estaba de suerte.
-Supongo que has de estar extrañado de que te haya llamado en estos momentos-dijo el rey
-Mucho, su majestad- respondió Tairon –la verdad, creo, supongo que ha de ser algo muy importante-
-Supones bien Tairon, veras, en estas semanas me han llegado noticias raras y misteriosas, principalmente de un pueblo aledaño a la ciudadela de Garad-lur, en Toreslim, dicen que hay una persona que ha estado matando a varias personas, y dicen “persona” con duda, pues nunca la han visto, a veces los aldeanos solo ven las... entrañas de las personas en el suelo, a veces ven el cuerpo del muerto colgando de un árbol... desnudo o aun peor, desollado, y otras veces, ven los cadáveres con un agujero en el pecho o en la cabeza, suponemos que el causante, muy peligroso, puede ser dos cosas: o una bestia extraña, o un mago o hechicero poseído por Katan. Las gentes toreanas están muertas de miedo y aunque el gobernador de Toreslim a enviado a sus mejores hombres a combatir a la criatura, todos perecen. Tairon, sea lo que sea esa criatura es muy peligrosa, y, habrá que exterminarla a toda costa. Ya le comunique al gobernador que lo ayudaría, pues mi plan, es reunir a los mejores campeones de Beharthyr, y enviarlos a matar a la criatura, y entre ellos Tairon, estas tu.
La orden del rey Tornado, se propago rápidamente por los cuatro continentes de Beharthyr, el mundo conocido, y se lograron juntar todos los campeones que Tornado quería. Eran en total once. Eran Tairon Fedvak, capitán general de Faldor, Derveor, un mercenario cazador de bestias gigantes, Marden, maestro de armas crarstono, Eiglirt, un enano del país de Stoner, Alhadar, un sacerdote de la Tierra del Sol, Avlara, una hada y hechicera procedente de Avalon, Tanilea, una elfa, guardiana de los bosques de Zeleort, muy cerca del ciudadela de Garad-lur, Odmar, un mago de la isla voladora de Karamis, Epoteo, un goblin ladronzuelo de Careldrlim que iba únicamente por sus habilidades, Saanara, una hechicera experta en curación y Kerpil, un caballero pesado de Kerion que portaba un inmenso martillo. Todos se reunieron ese día en el salón del rey y Tornado los observo, satisfecho.
-Todos han sido informados de lo que acontece en estos momentos- dijo el rey –todos tememos lo peor, pero hay que recordar una sola cosa, cuando estén ahí, frente a la criatura, hay que recordar, recordar que llegara de nuevo el día y la noche se ira dejando tras de si nuestros miedos y nuestras angustias, pero, mientras llega ese momento les doy mi bendición, y que Ovirun, nuestro bienamado dios, los proteja en esos momentos, sin embargo, creo, será menester el sacrificio de algunos de ustedes pero...
-Yo no pienso morir- interrumpió Epoteo. Los goblins, eran por naturaleza parlanchines y habladores –ehm... su majestad- finalizo rápidamente.
-Claro que nadie quiere morir joven goblin- dijo Tornado riendo levemente –sin embargo, el destino no hace ningún tipo de consideraciones, ustedes aceptaron esta misión y al hacerlo, saben a lo que se enfrentan, a una criatura que, creo yo, no es de este mundo. Pero, sonrían!, ya que esta criatura no debe ensombrecer sus corazones ni manchar su alma..
-Así lo haremos, su majestad, rey Tornado del bienamado reino de Faldor- dijo Tairon cuando el soberano termino de hablar.