Post by vallinin on Jul 3, 2008 18:30:21 GMT 2
Antes de nada, aviso que la criatura protagonista de esta historia no es ni alien ni predator, si no una completamente propia.
Disfruten y comenten por favor:
Marlock: La llegada.
Floto en un mar negro, desterrado más allá de los confines de la vida y la muerte.
Me encuentro flotando en un mar de nada… Sin ningún propósito, ni una aspiración, solo esperar un indicio de actividad más allá de la cortina negra que me mantiene alejado de todo aquello que debería ser.
Pero algo ocurre… siento como las paredes de mi prisión interminable se tambalean violentamente, como si fuese arrastrada por una violenta corriente.
Solo entonces, siento verdadera actividad después de tanto tiempo en suspensión. Siento como un calor infernal azota mi desprotegido cuerpo, y lucho por liberarme de esa caja de tortura.
Levanto la vista, y veo las llamas que rodean mi prisión cilíndrica. El líquido en el que estoy flotando comienza a burbujear, si esto sigue así, no aguantaré mucho más…
Me hago un ovillo e intento contrarrestar el destructivo calor con mi propia temperatura corporal, se que no podré soportar por mucho tiempo, solo espero que mi interminable descenso acabe cuanto antes…
En milésimas de segundo, las llamas que me rodean desaparecen, y dan lugar a una llanura de nubes blancas bañadas por una tenue luz. Tras esta última visión, solo siento que caigo… caigo…………..caigo………..
Después de varias horas, desperté en un mar de chatarra chamuscada y humeante. Luché por levantarme, pero el peso del un fragmento del soporte vital me lo impedía. Me resigné a permanecer allí, hasta tener la fuerza suficiente como para levantar la enorme pieza. Levanté la vista, y solo pude ver las paredes inclinadas del cráter y el cielo estrellado.
Allí aguardé, hasta que escuché una conversación cada vez más cercana. Me mantuve inmóvil, y escuché con atención.
Niña: ¡Ha caído por aquí! ¡La estrella ha caído por aquí
Vi asomar por el borde del cráter a dos humanoides, ya los tenía muy conocidos, la raza que me encerró en este tanque… Uno de ellos era pequeño, con un pelo tupido y largo, si no me equivoco, era una niña, el otro era una mujer.
Mujer: Madre de dios….
Niña: ¿Ves mamá? Te lo he dicho, la estrella ha caído aquí.
Mujer: No Sarah, — dijo agarrando a la niña para que no entrase al cráter— Ve y llama a papá…
La niña desapareció de mi vista, solo quedó la madre, quien comenzó a bajar por la pronunciada pendiente. Debido a la inestabilidad del terreno, perdió el pié y calló rodando hasta el fondo, yo solo me limité a mirarle, no pude hacer nada más. Comenzó a remover los escombros, hasta encontrar el tanque de plasma del que yo había salido despedido. Aún quedaba un poco de ese líquido azulado dentro del fracturado cilindro. Metió la mano dentro del tanque, entonces ya me percaté de que esa mujer era curiosa… demasiado curiosa…
A penas reparó en mí, sé que es fácil confundirme con un pedazo de chatarra, quizás eso fuera su error fatal.
Pero entonces, solo entonces, me sobrevino esa sensación… Ese pinzamiento en la espalda, y esa presión en el cráneo que me hacía retorcer de dolor…
Era ella…
Su mera presencia me provocaba aquel infierno inimaginable.
Yo…
Yo… solo quería que parara.
Era lo único que deseaba en aquel momento.
La mujer seguía investigando estúpidamente entre los restos, mientras yo maldecía una y otra vez su llegada. “¿Por qué los humanos podéis llegar a ser tan necios? ¡Huye insensata, lárgate antes de que te destroce!” Me decía a mi mismo. Por desgracia, la mujer seguía allí, sin irse, la pobre de ella…
No aguantaba más. Durante unos minutos intenté sepultar ese insoportable dolor en mi interior, pero sentía que si no acababa con aquello pronto, acabaría enloqueciendo. El primer paso era liberarme de aquel endemoniado soporte vital que me impedía moverme y que me aplastaba de cintura para abajo. Clavé mis garras sobre la superficie de acero e intenté levantarlo. La pieza comenzó a ceder (en cierto modo, fue el dolor que sentía en ese momento lo que me hizo sacar fuerzas de flaqueza), y en menos tiempo del que esperaba, mis piernas estaban al fin libres.
“Ahora: intenta levantarte” me dije.
Fue una tarea difícil. Después de tantos años sin moverme del cilindro de plasma, sentía que mis extremidades inferiores no respondían tan bien.
“Pero… ¡Maldita seas! ¿Todavía sigues ahí?”
La muy mema seguía esperando allí, dándome la espalda, sin percatarse si quiera de ninguno de mis movimientos. Entonces pensé que debería de acabar con ella sin remedio… Repté sobre la superficie curva del humeante cráter, hasta situarme justo a su espalda.
Estaba tan cerca… que incluso podía oler su perfume.
Podía sentir el latido de su corazón… o el paso de su sangre a través de las venas.
Entonces el dolor se hizo desmesurado. Un dolor que habría fulminado a un humano en cuestión de un segundo.
Se acabó.
Agarré a la mujer por el cuello con mis dos manos, obstruyéndole las vías respiratorias. Así no gritaría.
Acto seguido, estrellé su cabeza contra el cristal de lo que quedaba de cilindro, y parte de sus sesos se desparramaron sobre este.
Pero no había terminado: aún sentía el latido de su corazón, y aún seguía produciéndome aquel insoportable sufrimiento. Entonces, hendí una de mis garras sobre su pecho, y atravesé carne, músculo y hueso, hasta poder aferrar su diminuto corazón humano y arrancarlo de su caja torácica.
Por fin acabó el sufrimiento. Mi cabeza volvía a estar en paz.
Dejé caer el maltrecho cadáver dentro del cilindro, flotando sobre el líquido y tiñéndolo de rojo escarlata.
Oí voces. “Más humanos” pensé. Si un solo humano me había provocado un dolor tan desmesurado, un grupo me podría causar la muerte, así que no lo dudé ni un segundo: trepé por la ladera con la sola ayuda de mis brazos, y cuando llegué al borde del cráter, sentí que mis piernas ya respondían a la perfección, y que podía salir de aquel lugar a gran velocidad.
Miré a mi alrededor, estaba en un espacio abierto, un campo, diría yo. A lo lejos, más allá del extenso bosque, vislumbraba un conjunto de luces, seguramente pertenecientes a una colmena humana. Aquella era la dirección que no debía tomar bajo ninguna circunstancia. Debía alejarme de las personas cuanto más mejor, así que me adentré en el bosque.
Pero… Aquellas voces que escuché me dejaron inquietado ¿Y si intentan buscarme? ¿Y si me convierto en una especie de abominación? Ojala pudiera comunicarme con ellos y decirles lo que me ocurre… Los humanos son tan incompresibles…
Por fin vi a los humanos, venían en grupo, serían unos cuatro, vestían de uniforme azul y habían llegado en un extraño vehículo que parpadeaba incesante con luces azules, rojas y blancas. Trepé a un árbol, y me oculté entre sus ramas, si hubieran visto a un ser como yo me habrían abatido en un instante. Estos humanos y su miedo a lo desconocido…
— Joder…— dijo uno de ellos mientras se asomaba al borde del cráter— Esto no se ve todos los días…
— ¡Mirad eso!— exclamó otro, que parecía ser el más joven de los cuatro— ¡Hay chatarra allí abajo¡
— Puede ser un avión del gobierno, que se halla estrellado.
— Ni de coña, un avión no se cae a la velocidad que ha caído este trasto, y menos aún envuelto en una estela azul…
— No fastidies— interrumpió el que parecía ser el líder— ¿Ahora resulta que estamos en Roswell?— los demás rompieron a reír— No digáis gilipolleces: y digo que es un satélite, o alguna sonda. ¿O es que a caso no recordáis la crisis de la estación espacial TYNDALL? Ese montón de chatarra lleva arrojando mierda a la atmósfera desde que la cerraron, y por lo menos ya han caído una docena de fragmentos en este país.
— Si, el sheriff lleva razón.
— Lo que está claro es que nosotros no podemos retirar esta basura sin comunicárselo a los de arriba. Así que llamaré a la base y….
—Creo que ya no va hacer falta jefe…
En efecto, observé como llegaba un nuevo contingente de vehículos, mucho más numeroso, acompañados de un aparato volador que permanecía suspendido en el aire con la ayuda de unas aspas movidas a gran velocidad.
De los vehículos bajaron una cantidad ingente de personas vestidas con raras máscaras y trajes blancos que les tapaban de cuerpo entero.
Pero una persona en especial captó mi atención. No sé por qué sería, pero sabía que aquel individuo había estado presente en momentos anteriores de mi vida, incluso podía recordar su nombre… General Kauffman. Aquel recuerdo me vino acompañado con un gran dolor, pero esta vez, el dolor no era físico…
Vinieron a mí recuerdos pasados, recuerdos de cuando estaba desarrollándome dentro de la cápsula, y lo único que podía hacer era escuchar conversaciones del exterior…
“— Doctor Lamb, debo mostrarle mis disculpas por no haber creído en usted
— No tiene por qué disculparse, general, ¿Quién iba a creer a un científico chiflado?
(Risas)
— En serio, el experimento ha sido un verdadero éxito, mis superiores estarán muy… sorprendidos, y sobre todo entusiasmados con tal avance.
— No se precipite, general. El sujeto aún está en… como diría yo… “gestación”. Por lo que convendría no dar muchas noticias al respecto.
—¿Por qué dice eso Lamb? ¿A caso piensa que su “inventillo”, vaya a fracasar?
— ¡Por dios, claro que no! ¡Estamos hablando de un milagro de la bioingeniería! Si hemos llegado hasta aquí, lo demás será un simple camino de rosas.
— Eso espero “doc” . Llevamos mucho tiempo detrás de algo así, y no me gustaría que uno de tus incidentes lo eche todo a perder.
— Descuide, General.
— Aún así, es una maravilla, un desafío, un milagro…Es un giro drástico a las leyes de la naturaleza… Por cierto, ¿Tiene nombre?
— Por supuesto…
Se llama Marlock…
Marlock…
Marlock…
“Marlock” Pensé.
Marlock es mi nombre, el nombre que me pusieron cuando nací.
El nombre que me puso mi padre…
Al fin, algunas de las lagunas de mi memoria fueron desapareciendo. Aquella hueste que se había presentado allí, era el Proyecto Marlock. Durante mi hibernación escuché esas palabras incontables veces, y aunque no comprendía muy bien lo que significaba, deduje que eran los que me tenían confinado en aquella prisión líquida…
—¡Aquí hay un cadáver!— oí gritar a uno de los militares.
Dirigí mi mirada hacia el cráter, y vi como sacaban a rastras el cuerpo mutilado de la mujer a la que yo mismo acababa de dar muerte.
— ¡Dios mío!— exclamó el sheriff apartando la mirada — Pero… ¿Qué coño…?
El general Kauffman echó un vistazo al cadáver.
— Este cadáver puede darnos pistas acerca de esa cosa…— dijo impasible— llevadlo a la base.
— ¿Eh? ¿Qué dice?— dijo uno de los policías— ¿Qué cosa?
— Escuchen señores, creo que ustedes ya no pintan nada aquí… Les aconsejo que vuelvan a sus casas y duerman tranquilamente. Nosotros nos ocuparemos de esto…
Continuará
Disfruten y comenten por favor:
Marlock: La llegada.
Floto en un mar negro, desterrado más allá de los confines de la vida y la muerte.
Me encuentro flotando en un mar de nada… Sin ningún propósito, ni una aspiración, solo esperar un indicio de actividad más allá de la cortina negra que me mantiene alejado de todo aquello que debería ser.
Pero algo ocurre… siento como las paredes de mi prisión interminable se tambalean violentamente, como si fuese arrastrada por una violenta corriente.
Solo entonces, siento verdadera actividad después de tanto tiempo en suspensión. Siento como un calor infernal azota mi desprotegido cuerpo, y lucho por liberarme de esa caja de tortura.
Levanto la vista, y veo las llamas que rodean mi prisión cilíndrica. El líquido en el que estoy flotando comienza a burbujear, si esto sigue así, no aguantaré mucho más…
Me hago un ovillo e intento contrarrestar el destructivo calor con mi propia temperatura corporal, se que no podré soportar por mucho tiempo, solo espero que mi interminable descenso acabe cuanto antes…
En milésimas de segundo, las llamas que me rodean desaparecen, y dan lugar a una llanura de nubes blancas bañadas por una tenue luz. Tras esta última visión, solo siento que caigo… caigo…………..caigo………..
Después de varias horas, desperté en un mar de chatarra chamuscada y humeante. Luché por levantarme, pero el peso del un fragmento del soporte vital me lo impedía. Me resigné a permanecer allí, hasta tener la fuerza suficiente como para levantar la enorme pieza. Levanté la vista, y solo pude ver las paredes inclinadas del cráter y el cielo estrellado.
Allí aguardé, hasta que escuché una conversación cada vez más cercana. Me mantuve inmóvil, y escuché con atención.
Niña: ¡Ha caído por aquí! ¡La estrella ha caído por aquí
Vi asomar por el borde del cráter a dos humanoides, ya los tenía muy conocidos, la raza que me encerró en este tanque… Uno de ellos era pequeño, con un pelo tupido y largo, si no me equivoco, era una niña, el otro era una mujer.
Mujer: Madre de dios….
Niña: ¿Ves mamá? Te lo he dicho, la estrella ha caído aquí.
Mujer: No Sarah, — dijo agarrando a la niña para que no entrase al cráter— Ve y llama a papá…
La niña desapareció de mi vista, solo quedó la madre, quien comenzó a bajar por la pronunciada pendiente. Debido a la inestabilidad del terreno, perdió el pié y calló rodando hasta el fondo, yo solo me limité a mirarle, no pude hacer nada más. Comenzó a remover los escombros, hasta encontrar el tanque de plasma del que yo había salido despedido. Aún quedaba un poco de ese líquido azulado dentro del fracturado cilindro. Metió la mano dentro del tanque, entonces ya me percaté de que esa mujer era curiosa… demasiado curiosa…
A penas reparó en mí, sé que es fácil confundirme con un pedazo de chatarra, quizás eso fuera su error fatal.
Pero entonces, solo entonces, me sobrevino esa sensación… Ese pinzamiento en la espalda, y esa presión en el cráneo que me hacía retorcer de dolor…
Era ella…
Su mera presencia me provocaba aquel infierno inimaginable.
Yo…
Yo… solo quería que parara.
Era lo único que deseaba en aquel momento.
La mujer seguía investigando estúpidamente entre los restos, mientras yo maldecía una y otra vez su llegada. “¿Por qué los humanos podéis llegar a ser tan necios? ¡Huye insensata, lárgate antes de que te destroce!” Me decía a mi mismo. Por desgracia, la mujer seguía allí, sin irse, la pobre de ella…
No aguantaba más. Durante unos minutos intenté sepultar ese insoportable dolor en mi interior, pero sentía que si no acababa con aquello pronto, acabaría enloqueciendo. El primer paso era liberarme de aquel endemoniado soporte vital que me impedía moverme y que me aplastaba de cintura para abajo. Clavé mis garras sobre la superficie de acero e intenté levantarlo. La pieza comenzó a ceder (en cierto modo, fue el dolor que sentía en ese momento lo que me hizo sacar fuerzas de flaqueza), y en menos tiempo del que esperaba, mis piernas estaban al fin libres.
“Ahora: intenta levantarte” me dije.
Fue una tarea difícil. Después de tantos años sin moverme del cilindro de plasma, sentía que mis extremidades inferiores no respondían tan bien.
“Pero… ¡Maldita seas! ¿Todavía sigues ahí?”
La muy mema seguía esperando allí, dándome la espalda, sin percatarse si quiera de ninguno de mis movimientos. Entonces pensé que debería de acabar con ella sin remedio… Repté sobre la superficie curva del humeante cráter, hasta situarme justo a su espalda.
Estaba tan cerca… que incluso podía oler su perfume.
Podía sentir el latido de su corazón… o el paso de su sangre a través de las venas.
Entonces el dolor se hizo desmesurado. Un dolor que habría fulminado a un humano en cuestión de un segundo.
Se acabó.
Agarré a la mujer por el cuello con mis dos manos, obstruyéndole las vías respiratorias. Así no gritaría.
Acto seguido, estrellé su cabeza contra el cristal de lo que quedaba de cilindro, y parte de sus sesos se desparramaron sobre este.
Pero no había terminado: aún sentía el latido de su corazón, y aún seguía produciéndome aquel insoportable sufrimiento. Entonces, hendí una de mis garras sobre su pecho, y atravesé carne, músculo y hueso, hasta poder aferrar su diminuto corazón humano y arrancarlo de su caja torácica.
Por fin acabó el sufrimiento. Mi cabeza volvía a estar en paz.
Dejé caer el maltrecho cadáver dentro del cilindro, flotando sobre el líquido y tiñéndolo de rojo escarlata.
Oí voces. “Más humanos” pensé. Si un solo humano me había provocado un dolor tan desmesurado, un grupo me podría causar la muerte, así que no lo dudé ni un segundo: trepé por la ladera con la sola ayuda de mis brazos, y cuando llegué al borde del cráter, sentí que mis piernas ya respondían a la perfección, y que podía salir de aquel lugar a gran velocidad.
Miré a mi alrededor, estaba en un espacio abierto, un campo, diría yo. A lo lejos, más allá del extenso bosque, vislumbraba un conjunto de luces, seguramente pertenecientes a una colmena humana. Aquella era la dirección que no debía tomar bajo ninguna circunstancia. Debía alejarme de las personas cuanto más mejor, así que me adentré en el bosque.
Pero… Aquellas voces que escuché me dejaron inquietado ¿Y si intentan buscarme? ¿Y si me convierto en una especie de abominación? Ojala pudiera comunicarme con ellos y decirles lo que me ocurre… Los humanos son tan incompresibles…
Por fin vi a los humanos, venían en grupo, serían unos cuatro, vestían de uniforme azul y habían llegado en un extraño vehículo que parpadeaba incesante con luces azules, rojas y blancas. Trepé a un árbol, y me oculté entre sus ramas, si hubieran visto a un ser como yo me habrían abatido en un instante. Estos humanos y su miedo a lo desconocido…
— Joder…— dijo uno de ellos mientras se asomaba al borde del cráter— Esto no se ve todos los días…
— ¡Mirad eso!— exclamó otro, que parecía ser el más joven de los cuatro— ¡Hay chatarra allí abajo¡
— Puede ser un avión del gobierno, que se halla estrellado.
— Ni de coña, un avión no se cae a la velocidad que ha caído este trasto, y menos aún envuelto en una estela azul…
— No fastidies— interrumpió el que parecía ser el líder— ¿Ahora resulta que estamos en Roswell?— los demás rompieron a reír— No digáis gilipolleces: y digo que es un satélite, o alguna sonda. ¿O es que a caso no recordáis la crisis de la estación espacial TYNDALL? Ese montón de chatarra lleva arrojando mierda a la atmósfera desde que la cerraron, y por lo menos ya han caído una docena de fragmentos en este país.
— Si, el sheriff lleva razón.
— Lo que está claro es que nosotros no podemos retirar esta basura sin comunicárselo a los de arriba. Así que llamaré a la base y….
—Creo que ya no va hacer falta jefe…
En efecto, observé como llegaba un nuevo contingente de vehículos, mucho más numeroso, acompañados de un aparato volador que permanecía suspendido en el aire con la ayuda de unas aspas movidas a gran velocidad.
De los vehículos bajaron una cantidad ingente de personas vestidas con raras máscaras y trajes blancos que les tapaban de cuerpo entero.
Pero una persona en especial captó mi atención. No sé por qué sería, pero sabía que aquel individuo había estado presente en momentos anteriores de mi vida, incluso podía recordar su nombre… General Kauffman. Aquel recuerdo me vino acompañado con un gran dolor, pero esta vez, el dolor no era físico…
Vinieron a mí recuerdos pasados, recuerdos de cuando estaba desarrollándome dentro de la cápsula, y lo único que podía hacer era escuchar conversaciones del exterior…
“— Doctor Lamb, debo mostrarle mis disculpas por no haber creído en usted
— No tiene por qué disculparse, general, ¿Quién iba a creer a un científico chiflado?
(Risas)
— En serio, el experimento ha sido un verdadero éxito, mis superiores estarán muy… sorprendidos, y sobre todo entusiasmados con tal avance.
— No se precipite, general. El sujeto aún está en… como diría yo… “gestación”. Por lo que convendría no dar muchas noticias al respecto.
—¿Por qué dice eso Lamb? ¿A caso piensa que su “inventillo”, vaya a fracasar?
— ¡Por dios, claro que no! ¡Estamos hablando de un milagro de la bioingeniería! Si hemos llegado hasta aquí, lo demás será un simple camino de rosas.
— Eso espero “doc” . Llevamos mucho tiempo detrás de algo así, y no me gustaría que uno de tus incidentes lo eche todo a perder.
— Descuide, General.
— Aún así, es una maravilla, un desafío, un milagro…Es un giro drástico a las leyes de la naturaleza… Por cierto, ¿Tiene nombre?
— Por supuesto…
Se llama Marlock…
Marlock…
Marlock…
“Marlock” Pensé.
Marlock es mi nombre, el nombre que me pusieron cuando nací.
El nombre que me puso mi padre…
Al fin, algunas de las lagunas de mi memoria fueron desapareciendo. Aquella hueste que se había presentado allí, era el Proyecto Marlock. Durante mi hibernación escuché esas palabras incontables veces, y aunque no comprendía muy bien lo que significaba, deduje que eran los que me tenían confinado en aquella prisión líquida…
—¡Aquí hay un cadáver!— oí gritar a uno de los militares.
Dirigí mi mirada hacia el cráter, y vi como sacaban a rastras el cuerpo mutilado de la mujer a la que yo mismo acababa de dar muerte.
— ¡Dios mío!— exclamó el sheriff apartando la mirada — Pero… ¿Qué coño…?
El general Kauffman echó un vistazo al cadáver.
— Este cadáver puede darnos pistas acerca de esa cosa…— dijo impasible— llevadlo a la base.
— ¿Eh? ¿Qué dice?— dijo uno de los policías— ¿Qué cosa?
— Escuchen señores, creo que ustedes ya no pintan nada aquí… Les aconsejo que vuelvan a sus casas y duerman tranquilamente. Nosotros nos ocuparemos de esto…
Continuará