Post by MASTER on Mar 6, 2012 0:48:04 GMT 2
El murmullo de los montes y el misterioso origen del ayllu Kharachas.
Desde tiempos inmemoriales han existido diversos pueblos los cuales han representado una amplia gama de culturas de toda índole, con sus respectivos panteones de seres divinos y mitológicos, no siendo una excepción los pueblos del antiguo virreinato del Perú los cuales existieron casi conjuntamente con el imperio incaico antes de que se expandiera el imperio del Dios sol por gran parte de sud América, es así que las regiones que se conocen como el occidente boliviano existieron una diversidad de pueblos o señoríos feudales los cuales batallaban constantemente por el poder y el territorio. Como bien el lector de este relato podrá darse una idea y realizar un viaje hacia el pasado, denotando de que en aquellas épocas antiguas la barbarie y la ley del mas fuerte predominaban, lugares indómitos donde la idea de la tecnología tal como se la conoce en nuestra época era un concepto inicuo, donde todos los paisajes eran dominados por poderosos colosos de roca que imponían respeto y a la vez horror, por los seres que habitaban en esos lugares y que las leyendas describían como la misma encarnación del terror encarnado, a cual sola presencia hasta el mas fuerte padecía de pánico, en semejantes parajes despoblados la gente de aquellas épocas aun se transportaba a lomo de bestia o en el mejor de los casos a pie por caminos de herradura, perdiéndose en la majestuosidad presencia de los cerros. Como bien se dijo en estas regiones inhóspitas habitaban varios pueblos, muchos de ellos tenían y siguen teniendo hoy en la actualidad denominativos adecuados a la topografía de la región en la que se encuentran, como pasa en el caso del nombre del ayllu Omasuyos del Departamento de la Paz (Bolivia), por ejemplo, calificativo que tiene su origen en el idioma aymara, ya que Omasuyos provienes de Uma = agua y Suyus = pueblos. Etimológicamente, entonces, Omasuyos se traduciría como “los pueblos de agua” debido a que el ayllu se halla próximo al lago Titicaca. Como este caso hay varios ejemplos, entre ellos un ayllu llamado Kharachas, pueblo que, por poseer bizarrros hombres, forma parte de los nueve ayllus guerreros de la provincia Rafael Bustillos del Departamento de Potosí (Bolivia). Este pueblo debe el origen de su apelativo a una peculiar historia, pues se cuenta que en los tiempos preincaicos, en esta región próxima al centro minero de Uncía, vivió un pueblo carente de nombre, donde sus pobladores eran afamados por su bravura en los combates.
Se dice que este pueblo tenia en su ejercito a los mejores guerreros de toda la zona, que estos eran tan bravos que solo vivían de los saqueos y robos que perpetraban permanentemente. Lo peor de estos pérfidos guerreros era que, tras sus victoriosas contiendas, se comían a los enemigos caídos en combate, mientras que a los prisioneros se los llevaban como botín de guerra y posteriormente estos hacían de “plato fuerte” en los nocturnos festines que acostumbraban celebrar estos infames seres en el centro de pueblo. Esto obligo a sus vecinos a huir a tierras lejanas ya que fueron tantos los pueblos masacrados y condenados a la miseria, que con el pasar del tiempo se extinguieron y ya no hubo ejércitos ni aldeas rivales ya que todos los habitantes, cansados de ver degollados a sus hijos y a sus mujeres ultrajadas, decidieron irse. Al no existir hombres para matar y comer, estos caníbales se habrían dedicado a realizar fiestas, en las que los infaltables invitados eran la sangre y todos los pecados capitales. Bebían, gozaban de las trifulcas e incluso se mataban entre ellos, además que obligaban a los niños a beber la sangre de los que fallecían en las salvajes riñas y forzaban a sus mujeres a ser participes de las mas perversas orgias. En sus macabros festines, el plato principal era la carne de los ancianos, a quienes consideraban inútiles. Este pueblo igualaba y hasta superaba con creces a Sodoma y Gomorra de la Biblia, los seres corrompidos por el amor que le tenían a la sangre ajena, Vivian en armonía con los infiernos, pues en estas tierras dominadas por los titanes de roca se había erigido con sobrante merito un pequeño infierno. Se cree que aquellos escalofriantes festejos duraron un centenar de noches, en los que terminaron comiéndose a todos los esclavos y cuando se acabo la carne, también comieron a los ancianos y a los niños de su propia tribu. Tras aquellos cien días y noches de borracheras y crímenes, los hombres sedientos de más sangre decidieron que ya era hora de marchar a otras regiones en busca de pueblos para poder destruirlos. No obstante, la noche antes de partir hacia el sur en busca de nuevas victimas, estos ruines decidieron realizar una última fiesta. Al sonido de quenas zampoñas se hacia escuchar su eco en los cerros agrestes, los cantos que en claras letras relataban las siniestras formas de matar a los enemigos, que silenciaban al silbido del viento que descendía de las montañas. Los asesinos, ebrios a consecuencia de los amargos tragos de la chicha, gruñían su odio al estrellado cielo nocturno. Mascullando sus odios y sin poder controlar su loca hambre de carne humana, estos hombres babeaban y jadeaban como lo hacen los perros. El líder de la impía raza era un hombre alto de nombre Tipara. Los ancianos que guardan celosamente los detalles de esta macabra historia cuentan que este era un hombre alto, tenia el rostro colmado de cicatrices y en el cuello colgaban las orejas de todos aquellos que habían sido alcanzados por su mortífero garrote. Además, tenia la voz ronca y a menudo con ella alentaba a sus hombres y les prometía futuras y cuantiosas masacres. Fue en uno de esos tétricos discursos realizados la noche en que celebraban su ultima fiesta de sangre que lo interrumpió un misterioso sonido que provenía desde los estrellados cielos. La música enmudeció, los ebrios en sepulcral silencio se pusieron de pie, el poblado quedo plagado por la incertidumbre y de pronto una cegadora luz se mostro en el horizonte acompañado de un estridente silbido, la gente estupefacta por dichos eventos y con el miedo natural que precede esta seria de sucesos empezaron a sentir un miedo frio que les recorría hasta los huesos, en esa situación dicha luz que era de color blanco con tenues rayos rojos, empezó a descender con prosa lentitud a las faldas del cerro mas cercano el cual era el sigiloso guardián de aquel nefasto pueblo. Tipara el líder tratando de recobrar el sentido por la embriaguez incito con un fuerte grito a su pueblo a levantarse, dando órdenes y agrupando a los hombres mas fuertes de su tribu dio a conocer que los dioses estaban bajando del cielo, en su ingenuidad sostuvo con ferocidad y con ansia loca de matar a sus enemigos, de que si bien ya no existían mas pueblos a los cuales sumergir en pozos de sangre y dolor, los dioses querían pelear con las huestes de Tipara, a las que el sostenía de que eran invencibles, la gente a su alrededor y sedienta de sangre con la emoción violenta que precede momentos de confusión y locura se armaron de las armas que prevalecían por aquellos tiempos ( lanzas, garrotes, hondas y escudos), presurosos a pelear y comerse a sus enemigos a la cabeza del cruento Tipara dichas huestes de salvajes tal vez miles de ellos se dirigieron a las faldas de aquel cerro agreste. Marchando aquel pueblo belicoso pronto y en amparo del cielo estrellado, se acercaban mas a dicha luz que brillaba como una pequeña luna en medio de todo aquel conjunto de cerros que desde sus cumbres miraban con ansiedad la serie de sucesos que habrían de ocurrir, la gente de aquel pueblo belicoso marchaba a pasos rápidos gritando y chocando sus armas, saltando por la emoción del momento cuando de repente llegaron al lugar del suceso; Tipara se paro casi firme y todos sus demás guerreros al ver dicha imagen dantesca quedaron también perplejos. Al parecer dicho objeto percibió la presencia de los insignificantes seres que se aproximaban en formación de batalla, aquella resplandecencia pronto desapareció y dejo visible lo que parecía una colosal y brillante roca. Tipara, el líder se acerco al objeto desconocido con la intención de tocarlo y saber de que se trataba, sus demás guerreros bajaron momentáneamente sus armas en señal de asombro e incertidumbre, pero cuando Tipara estaba a pocos pasos del misterioso objeto, vio que esta roca se partía en dos. Tipara retrocedió ya que frente a sus ojos, pudo percibir un lúgubre pasaje del cual emergieron de a poco un vapor incandescente que quemaba la cara, Tipara retrocedió aturdido, cuando de repente el rostro de el y de sus comandantes que estaban al frente mostraron la fisonomía que caracteriza al Homo Sapiens cuando queda aterrorizado por un hecho sobre natural, varios halos de luz se dibujaron en la frente y en el cuerpo de varios de sus guerreros y pronto empezó la carnicería de la cual los “MALLKUS” contarían por generaciones.
De pronto y en un instante, fugaces resplandores de luz o fuego sobrenatural descendió sobre decenas de aquellos belicosos personajes, cuyos cuerpos quedaban rostizados y otros atravesados por la mitad, seguido a este momento, empezaron los lamentos, los gritos de dolor, los ayees, ahora los feroces y los carniceros que tanto habían dominado esos territorios ahora eran presas de los dioses, Tipara escabulléndose de entre esa furia de fuego logro escapar por un sendero mientras en los demás extremos de dicha roca misteriosa sus hordas eran limpiadas a fuego divino, el lector podrá preguntarse si aquella dantesca imagen de exterminio era realmente el castigo de los dioses por las acciones malvadas de dicho pueblo cuyas actitudes criminosas habían desatado un castigo divino o era que los demonios del inframundo al mando de SUPAY estaban con la ganas alimentarse de las almas de los malditos. Seguidamente según cuentan los mas ancianos salieron de aquel horno varios seres de una apariencia semejante a de los APUS o guardianes de los cerros, corpulentos, gigantes, con cabellos como el crisol del inframundo y armados con armas semejantes al rayo que destellaban en el horizonte los cuales diezmaron con extrema facilidad las hordas de aquel pueblo feroz protagonista de este relato, pronto los montes fueron testigos del idioma de los dioses, feroces gritos inhumanos que señalaban la llegada de ILLAMPU, mas parecidos a los de las bestias que el del hombre, sacudieron la tierra, según dice la leyenda pronto aparecieron sino cientos de esos seres llevando consigo armas semejantes al rayo, rostros de todo tipo dibujados en laminas de acero, llevando consigo el idioma de la muerte en sus espaldas pues clara era la imagen de las cuantiosas victimas que habían conseguido en otras vidas. A esos extremos el que era el fuerte ejercito de guerreros de origen aymara estaba totalmente destruido, los que quedaron huyeron despavoridos solos, otros en grupos por los diversos senderos existentes en esa zona montañosa, otros regresaron aterrorizados a su pueblo a solo escasos kilómetros de las faldas de dicho cerro, Tipara acongojado quedo oculto en un pedregón junto a dos de sus comandantes los cuales fueron testigos del desfile sobrenatural de dioses los cuales en un idioma semejante al de los majestuosos APUS apuntaban el fulgor rojo divino de destrucción hacia todas partes, muy pronto el panorama se lleno de una irradiación de una luz roja pálida semejante a la aurora boreal, la cual llego hasta el pueblo de aquella impía raza de la cual su juicio estaba cercano, seguidamente se continuo con la cacería de hombres por toda esa extensión geográfica, los enviados de los dioses o demonios en este caso pues tenían mas esa apariencia emboscaban en las laderas y en los pedregones a los guerreros aymaras los cuales no podían competir con la bravura de dichos seres, el MALLKU puede con exactitud testificar que solo uno de esos cruentos seres pudo pelear con cinco o diez guerreros aymaras solo, o es de sorprenderse que de entre ese desenfrenado grupo de demonios degolladores había uno que sobresalía de gran manera, incluso en altura a sus diabólicos congéneres el cual extermino el solo a 100 guerreros aymaras, los cuales sumergidos en el pánico trataban de pelear o escapar del horror innato, el solo cegó cuantiosas vidas con sus manos, levantando el trofeo de ultratumba hacia los cielos, también dicho suceso sanguinario llego al pueblo que se hace referencia en la presente, pronto en dicho lugar los sobrevivientes que lograron escapar desataron el pánico entre la multitud que aun trataba de salir de su estado de embriaguez por la chicha, entre esa trifulca de gente se hacia alusión de que la sangre estaba brotando de la peña y que los dioses trajeron el castigo divino a dicho pueblo perpetrador, muy pronto se desato el fuego divino y la gente en pánico aterrorizada trato de huir, los enviados de los dioses aparecieron masacrando a los hombres, muchos de ellos podían realizar acciones imposibles para los mortales como saltar a grandes distancias, o volverse invisibles al ojo humano, lo cierto es que no eran de este mundo, extrañamente solo atacaron y descuartizaron a los hombres mas fuertes dejando a las mujeres y a otros que tuvieron la suerte de seguir con vida, sin embargo ese no es el fin del relato, ya que en presencia de aquella roca que había descendido del cielo en alguno de esos parajes, al parecer la masacre o cacería, o diversión de los enviados de los dioses porque se escucharon carcajadas brutales las cuales enmudecieron el cielo por completo al parecer a los dioses les gustaba dar muerte a sus presas, superando con creces el orgullo marcial que debe un pueblo guerrero, Tipara trato de huir con los que le acompañaban, certero en forma esquivo los fulgores y la presencia sobrenatural de aquellos seres, pero en su recorrido vio parajes, campos donde el horror era indescriptible, cuerpo rajados a la mitad por el fuego, divino, miembros mutilados, los que eran los mas temidos ahora estaban colgados con las entrañas colgadas, mas que un campo de batalla aquello parecía un matadero baldío, fue cuando en esos instantes en medio de la incertidumbre, apareció de frente uno de esos seres pero misteriosamente este se acerco a Tipara y sus restantes guerreros, ellos petrificados y también el mismo Tipara, vieron como aquel ser gigante en su forma, pero envuelto en casi todo el cuerpo por un halo de misterio y un manto que lo envolvía, tal vez como personaje significante entre los enviados de los dioses, como mensajero, como ejecutor final, y con su presencia sobrecogedora, de alguna manera adivinando la condición real de Tipara y entendiendo a que la cacería estaba llegando a su fin, examino de vista con detenimiento a la presa, urgiendo dentro de sus fauces el destino de aquellas gentes, se paro de frente en seco y arrancándose unos misteriosos grilletes de su rostro de acero, dejo en revelación saliendo del averno el rostro de una criatura demoniaca devenida del mismo inframundo, y con un crujir de grito se arranco sus armas forjadas por el rayo, se arranca la capa y dispuesto a combatir, embistió a Tipara y sus guerreros, si bien ellos trataron de evitar los feroces ataques y pelear con sus armas lanzas y mazos, no hicieron mella en lo mas mínimo de aquel ser, el cual al parecer en momentos paseaba de extremo a extremo viendo a sus presas revolotearse en el piso mientras trataban de defenderse para poder escapar. Pronto el cansancio y el agotamiento hizo mella en los simples mortales los cuales fueron acabados a puño limpio por aquel ser, el cual arranco sus entrañas con sus manos celebrando el festín en medio de la noche, en medio de gritos aterradores, pronto solo quedo Tipara el hombre mas feroz de un pueblo del cual ya estaba extinto, el cielo se puso rojo con aquel misterioso halo rojo y pronto los gritos a la lejanía como los fulgores de luz se apagaron, todo llegaba a su calma pronta, Tipara se encontraba en el piso lleno de sangre y tierra casi agonizando tal vez con varios huesos rotos por el ataque violento de aquel ser, vio como se manifestaban del vacio varios de esos seres tal vez cientos un espectáculo de completo horror del cual los mortales no deberían ser testigos por su aspecto sobrenatural, pronto la luz de aquella roca que había descendido empezaba a tomar fuerza otra vez, aquel monstruo agarrando con una sola mano a Tipara lo voto como un simple estropajo al piso, Tipara enloquecido cargo con lo ultimo que le quedaba de fuerza contra aquel ser, el cual con un gusto de ultratumba le arrebato la vida a Tipara arrancándole el cráneo y descuartizando al líder de uno de los pueblos mas violentos que existió en el occidente de esas tierras. Después vino un silencio sepulcral y la raza de seres venidos del cielo desapareció muy pronto, dicha roca monumental venida del cielo se alzo en los cielos en su brillantez y desapareció intempestivamente entre los cielos, lo seguido cuenta la historia de que a aquel pueblo sobreviviente le vino otra calamidad por la visita de dichos seres porque enfermaron de “sarnas” y muchos murieron roídos en sus carnes debido a que ¿? Fue esa enfermedad nadie se pudo explicar después. De aquel temido pueblo habrían quedado algunas mujeres según las leyendas, enterados de lo ocurrido, los demás pueblos volvieron a poblar sus abandonadas tierras, algunos se casaron con las mujeres de esos caníbales y llamaron a sus descendientes “Qarachi” que en aymara significa “sarna”. Es por eso que en la actualidad se les conoce como el ayllu de los Kharacha. Sin embargo quedan relatos fantásticos de la furia de los dioses que recayó sobre aquel pueblo, quedan hasta la presente época vagos recuerdos de cómo los enviados de los dioses o como otras personas prefieren mencionarles como demonios degolladores arrasaron con uno de los pueblos más feroces, queda en recuerdo la cumbre de aquel cerro donde descendió dicha roca a la cual a la actualidad se llama AMAYASAMANA que en castellano quiere decir “donde arrastran a los muertos”.
Se dice que este pueblo tenia en su ejercito a los mejores guerreros de toda la zona, que estos eran tan bravos que solo vivían de los saqueos y robos que perpetraban permanentemente. Lo peor de estos pérfidos guerreros era que, tras sus victoriosas contiendas, se comían a los enemigos caídos en combate, mientras que a los prisioneros se los llevaban como botín de guerra y posteriormente estos hacían de “plato fuerte” en los nocturnos festines que acostumbraban celebrar estos infames seres en el centro de pueblo. Esto obligo a sus vecinos a huir a tierras lejanas ya que fueron tantos los pueblos masacrados y condenados a la miseria, que con el pasar del tiempo se extinguieron y ya no hubo ejércitos ni aldeas rivales ya que todos los habitantes, cansados de ver degollados a sus hijos y a sus mujeres ultrajadas, decidieron irse. Al no existir hombres para matar y comer, estos caníbales se habrían dedicado a realizar fiestas, en las que los infaltables invitados eran la sangre y todos los pecados capitales. Bebían, gozaban de las trifulcas e incluso se mataban entre ellos, además que obligaban a los niños a beber la sangre de los que fallecían en las salvajes riñas y forzaban a sus mujeres a ser participes de las mas perversas orgias. En sus macabros festines, el plato principal era la carne de los ancianos, a quienes consideraban inútiles. Este pueblo igualaba y hasta superaba con creces a Sodoma y Gomorra de la Biblia, los seres corrompidos por el amor que le tenían a la sangre ajena, Vivian en armonía con los infiernos, pues en estas tierras dominadas por los titanes de roca se había erigido con sobrante merito un pequeño infierno. Se cree que aquellos escalofriantes festejos duraron un centenar de noches, en los que terminaron comiéndose a todos los esclavos y cuando se acabo la carne, también comieron a los ancianos y a los niños de su propia tribu. Tras aquellos cien días y noches de borracheras y crímenes, los hombres sedientos de más sangre decidieron que ya era hora de marchar a otras regiones en busca de pueblos para poder destruirlos. No obstante, la noche antes de partir hacia el sur en busca de nuevas victimas, estos ruines decidieron realizar una última fiesta. Al sonido de quenas zampoñas se hacia escuchar su eco en los cerros agrestes, los cantos que en claras letras relataban las siniestras formas de matar a los enemigos, que silenciaban al silbido del viento que descendía de las montañas. Los asesinos, ebrios a consecuencia de los amargos tragos de la chicha, gruñían su odio al estrellado cielo nocturno. Mascullando sus odios y sin poder controlar su loca hambre de carne humana, estos hombres babeaban y jadeaban como lo hacen los perros. El líder de la impía raza era un hombre alto de nombre Tipara. Los ancianos que guardan celosamente los detalles de esta macabra historia cuentan que este era un hombre alto, tenia el rostro colmado de cicatrices y en el cuello colgaban las orejas de todos aquellos que habían sido alcanzados por su mortífero garrote. Además, tenia la voz ronca y a menudo con ella alentaba a sus hombres y les prometía futuras y cuantiosas masacres. Fue en uno de esos tétricos discursos realizados la noche en que celebraban su ultima fiesta de sangre que lo interrumpió un misterioso sonido que provenía desde los estrellados cielos. La música enmudeció, los ebrios en sepulcral silencio se pusieron de pie, el poblado quedo plagado por la incertidumbre y de pronto una cegadora luz se mostro en el horizonte acompañado de un estridente silbido, la gente estupefacta por dichos eventos y con el miedo natural que precede esta seria de sucesos empezaron a sentir un miedo frio que les recorría hasta los huesos, en esa situación dicha luz que era de color blanco con tenues rayos rojos, empezó a descender con prosa lentitud a las faldas del cerro mas cercano el cual era el sigiloso guardián de aquel nefasto pueblo. Tipara el líder tratando de recobrar el sentido por la embriaguez incito con un fuerte grito a su pueblo a levantarse, dando órdenes y agrupando a los hombres mas fuertes de su tribu dio a conocer que los dioses estaban bajando del cielo, en su ingenuidad sostuvo con ferocidad y con ansia loca de matar a sus enemigos, de que si bien ya no existían mas pueblos a los cuales sumergir en pozos de sangre y dolor, los dioses querían pelear con las huestes de Tipara, a las que el sostenía de que eran invencibles, la gente a su alrededor y sedienta de sangre con la emoción violenta que precede momentos de confusión y locura se armaron de las armas que prevalecían por aquellos tiempos ( lanzas, garrotes, hondas y escudos), presurosos a pelear y comerse a sus enemigos a la cabeza del cruento Tipara dichas huestes de salvajes tal vez miles de ellos se dirigieron a las faldas de aquel cerro agreste. Marchando aquel pueblo belicoso pronto y en amparo del cielo estrellado, se acercaban mas a dicha luz que brillaba como una pequeña luna en medio de todo aquel conjunto de cerros que desde sus cumbres miraban con ansiedad la serie de sucesos que habrían de ocurrir, la gente de aquel pueblo belicoso marchaba a pasos rápidos gritando y chocando sus armas, saltando por la emoción del momento cuando de repente llegaron al lugar del suceso; Tipara se paro casi firme y todos sus demás guerreros al ver dicha imagen dantesca quedaron también perplejos. Al parecer dicho objeto percibió la presencia de los insignificantes seres que se aproximaban en formación de batalla, aquella resplandecencia pronto desapareció y dejo visible lo que parecía una colosal y brillante roca. Tipara, el líder se acerco al objeto desconocido con la intención de tocarlo y saber de que se trataba, sus demás guerreros bajaron momentáneamente sus armas en señal de asombro e incertidumbre, pero cuando Tipara estaba a pocos pasos del misterioso objeto, vio que esta roca se partía en dos. Tipara retrocedió ya que frente a sus ojos, pudo percibir un lúgubre pasaje del cual emergieron de a poco un vapor incandescente que quemaba la cara, Tipara retrocedió aturdido, cuando de repente el rostro de el y de sus comandantes que estaban al frente mostraron la fisonomía que caracteriza al Homo Sapiens cuando queda aterrorizado por un hecho sobre natural, varios halos de luz se dibujaron en la frente y en el cuerpo de varios de sus guerreros y pronto empezó la carnicería de la cual los “MALLKUS” contarían por generaciones.
De pronto y en un instante, fugaces resplandores de luz o fuego sobrenatural descendió sobre decenas de aquellos belicosos personajes, cuyos cuerpos quedaban rostizados y otros atravesados por la mitad, seguido a este momento, empezaron los lamentos, los gritos de dolor, los ayees, ahora los feroces y los carniceros que tanto habían dominado esos territorios ahora eran presas de los dioses, Tipara escabulléndose de entre esa furia de fuego logro escapar por un sendero mientras en los demás extremos de dicha roca misteriosa sus hordas eran limpiadas a fuego divino, el lector podrá preguntarse si aquella dantesca imagen de exterminio era realmente el castigo de los dioses por las acciones malvadas de dicho pueblo cuyas actitudes criminosas habían desatado un castigo divino o era que los demonios del inframundo al mando de SUPAY estaban con la ganas alimentarse de las almas de los malditos. Seguidamente según cuentan los mas ancianos salieron de aquel horno varios seres de una apariencia semejante a de los APUS o guardianes de los cerros, corpulentos, gigantes, con cabellos como el crisol del inframundo y armados con armas semejantes al rayo que destellaban en el horizonte los cuales diezmaron con extrema facilidad las hordas de aquel pueblo feroz protagonista de este relato, pronto los montes fueron testigos del idioma de los dioses, feroces gritos inhumanos que señalaban la llegada de ILLAMPU, mas parecidos a los de las bestias que el del hombre, sacudieron la tierra, según dice la leyenda pronto aparecieron sino cientos de esos seres llevando consigo armas semejantes al rayo, rostros de todo tipo dibujados en laminas de acero, llevando consigo el idioma de la muerte en sus espaldas pues clara era la imagen de las cuantiosas victimas que habían conseguido en otras vidas. A esos extremos el que era el fuerte ejercito de guerreros de origen aymara estaba totalmente destruido, los que quedaron huyeron despavoridos solos, otros en grupos por los diversos senderos existentes en esa zona montañosa, otros regresaron aterrorizados a su pueblo a solo escasos kilómetros de las faldas de dicho cerro, Tipara acongojado quedo oculto en un pedregón junto a dos de sus comandantes los cuales fueron testigos del desfile sobrenatural de dioses los cuales en un idioma semejante al de los majestuosos APUS apuntaban el fulgor rojo divino de destrucción hacia todas partes, muy pronto el panorama se lleno de una irradiación de una luz roja pálida semejante a la aurora boreal, la cual llego hasta el pueblo de aquella impía raza de la cual su juicio estaba cercano, seguidamente se continuo con la cacería de hombres por toda esa extensión geográfica, los enviados de los dioses o demonios en este caso pues tenían mas esa apariencia emboscaban en las laderas y en los pedregones a los guerreros aymaras los cuales no podían competir con la bravura de dichos seres, el MALLKU puede con exactitud testificar que solo uno de esos cruentos seres pudo pelear con cinco o diez guerreros aymaras solo, o es de sorprenderse que de entre ese desenfrenado grupo de demonios degolladores había uno que sobresalía de gran manera, incluso en altura a sus diabólicos congéneres el cual extermino el solo a 100 guerreros aymaras, los cuales sumergidos en el pánico trataban de pelear o escapar del horror innato, el solo cegó cuantiosas vidas con sus manos, levantando el trofeo de ultratumba hacia los cielos, también dicho suceso sanguinario llego al pueblo que se hace referencia en la presente, pronto en dicho lugar los sobrevivientes que lograron escapar desataron el pánico entre la multitud que aun trataba de salir de su estado de embriaguez por la chicha, entre esa trifulca de gente se hacia alusión de que la sangre estaba brotando de la peña y que los dioses trajeron el castigo divino a dicho pueblo perpetrador, muy pronto se desato el fuego divino y la gente en pánico aterrorizada trato de huir, los enviados de los dioses aparecieron masacrando a los hombres, muchos de ellos podían realizar acciones imposibles para los mortales como saltar a grandes distancias, o volverse invisibles al ojo humano, lo cierto es que no eran de este mundo, extrañamente solo atacaron y descuartizaron a los hombres mas fuertes dejando a las mujeres y a otros que tuvieron la suerte de seguir con vida, sin embargo ese no es el fin del relato, ya que en presencia de aquella roca que había descendido del cielo en alguno de esos parajes, al parecer la masacre o cacería, o diversión de los enviados de los dioses porque se escucharon carcajadas brutales las cuales enmudecieron el cielo por completo al parecer a los dioses les gustaba dar muerte a sus presas, superando con creces el orgullo marcial que debe un pueblo guerrero, Tipara trato de huir con los que le acompañaban, certero en forma esquivo los fulgores y la presencia sobrenatural de aquellos seres, pero en su recorrido vio parajes, campos donde el horror era indescriptible, cuerpo rajados a la mitad por el fuego, divino, miembros mutilados, los que eran los mas temidos ahora estaban colgados con las entrañas colgadas, mas que un campo de batalla aquello parecía un matadero baldío, fue cuando en esos instantes en medio de la incertidumbre, apareció de frente uno de esos seres pero misteriosamente este se acerco a Tipara y sus restantes guerreros, ellos petrificados y también el mismo Tipara, vieron como aquel ser gigante en su forma, pero envuelto en casi todo el cuerpo por un halo de misterio y un manto que lo envolvía, tal vez como personaje significante entre los enviados de los dioses, como mensajero, como ejecutor final, y con su presencia sobrecogedora, de alguna manera adivinando la condición real de Tipara y entendiendo a que la cacería estaba llegando a su fin, examino de vista con detenimiento a la presa, urgiendo dentro de sus fauces el destino de aquellas gentes, se paro de frente en seco y arrancándose unos misteriosos grilletes de su rostro de acero, dejo en revelación saliendo del averno el rostro de una criatura demoniaca devenida del mismo inframundo, y con un crujir de grito se arranco sus armas forjadas por el rayo, se arranca la capa y dispuesto a combatir, embistió a Tipara y sus guerreros, si bien ellos trataron de evitar los feroces ataques y pelear con sus armas lanzas y mazos, no hicieron mella en lo mas mínimo de aquel ser, el cual al parecer en momentos paseaba de extremo a extremo viendo a sus presas revolotearse en el piso mientras trataban de defenderse para poder escapar. Pronto el cansancio y el agotamiento hizo mella en los simples mortales los cuales fueron acabados a puño limpio por aquel ser, el cual arranco sus entrañas con sus manos celebrando el festín en medio de la noche, en medio de gritos aterradores, pronto solo quedo Tipara el hombre mas feroz de un pueblo del cual ya estaba extinto, el cielo se puso rojo con aquel misterioso halo rojo y pronto los gritos a la lejanía como los fulgores de luz se apagaron, todo llegaba a su calma pronta, Tipara se encontraba en el piso lleno de sangre y tierra casi agonizando tal vez con varios huesos rotos por el ataque violento de aquel ser, vio como se manifestaban del vacio varios de esos seres tal vez cientos un espectáculo de completo horror del cual los mortales no deberían ser testigos por su aspecto sobrenatural, pronto la luz de aquella roca que había descendido empezaba a tomar fuerza otra vez, aquel monstruo agarrando con una sola mano a Tipara lo voto como un simple estropajo al piso, Tipara enloquecido cargo con lo ultimo que le quedaba de fuerza contra aquel ser, el cual con un gusto de ultratumba le arrebato la vida a Tipara arrancándole el cráneo y descuartizando al líder de uno de los pueblos mas violentos que existió en el occidente de esas tierras. Después vino un silencio sepulcral y la raza de seres venidos del cielo desapareció muy pronto, dicha roca monumental venida del cielo se alzo en los cielos en su brillantez y desapareció intempestivamente entre los cielos, lo seguido cuenta la historia de que a aquel pueblo sobreviviente le vino otra calamidad por la visita de dichos seres porque enfermaron de “sarnas” y muchos murieron roídos en sus carnes debido a que ¿? Fue esa enfermedad nadie se pudo explicar después. De aquel temido pueblo habrían quedado algunas mujeres según las leyendas, enterados de lo ocurrido, los demás pueblos volvieron a poblar sus abandonadas tierras, algunos se casaron con las mujeres de esos caníbales y llamaron a sus descendientes “Qarachi” que en aymara significa “sarna”. Es por eso que en la actualidad se les conoce como el ayllu de los Kharacha. Sin embargo quedan relatos fantásticos de la furia de los dioses que recayó sobre aquel pueblo, quedan hasta la presente época vagos recuerdos de cómo los enviados de los dioses o como otras personas prefieren mencionarles como demonios degolladores arrasaron con uno de los pueblos más feroces, queda en recuerdo la cumbre de aquel cerro donde descendió dicha roca a la cual a la actualidad se llama AMAYASAMANA que en castellano quiere decir “donde arrastran a los muertos”.