Dark Predator
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Dtai'kai'-dte sa-de nau'gkon dtain-aun bpi-de.
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Post by Dark Predator on Jul 15, 2011 2:55:01 GMT 2
Bueno, como me aburría mucho, tirando a bastante... os dejo esta pequeña y grandiosa obra maestra. Es la cúspide de mis creaciones...
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Dark Predator
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Post by Dark Predator on Jul 15, 2011 3:01:40 GMT 2
Capitulo 1º Un aburrido verano... Acababa de terminar el curso. La carrera se me estaba haciendo corta, demasiado para mi gusto... en unos años, tendría un enorme título universitario para colgar en la pared. En fin, que digamos que no me divertía demasiado últimamente; no fiestas, no partidos, no chicas... mi novia me habia dejado tirado cual clinex usado y la chica que conocí después se fue con su ex de nuevo... tenía menos suerte que un muerto jugando la primitiva. Pero bueno, la vida sigue y debía que mantenerme en pie. Las cosas no se hacen solas y los problemas no desaparecen por arte de magia. Así que ahí estaba, en pleno mes de julio sin nada que hacer, salvo jugar al WoW y colaborar en PY. Todo estaba tranquilo, no había sucedido nada relevante. Todo eso cambió de pronto cuando vi una luz intensa desde la ventana. Cogí el telescopio y apunté hacia lo que parecía una estrella azul. La susodicha estrella se movía a una velocidad espantosa, lo que me hizo pensar en un cometa. El problema es que eso, lo que fuese, venía directo hacia mí. Fuese lo que fuese, impactó sin hacer ruido alguno en la calle. En silencio total, una nave muy rara de a saber donde había aterrizado frente a mi casa. Seguí observando y una puerta se abrió y dos tiparracos salieron de dentro. Desde mi ventana, pude ver dos cosas que me bastaron para dejar de mirar y correr a echar todos los cerrojos de mi casa: unas rastas muy largas y unas mascaras muy familiares. -No es posible...- susurré con pánico. Frente a mi casa, a las 3:04 a.m. una puñetera nave Yut'ja había aterrizado y dos de los tripulantes estaban a menos de 15 metros de la puerta... Uno de ellos se acercó a la puerta, pude verlo por la mirilla. Mi respiración se aceleró y mi pulso se disparó. El bicho al otro lado debió percatarse, pero llamó con suavidad a la puerta. Entonces, me quedé quieto sin hacer más ruido que mis propios latidos; el ser llamó de nuevo, obteniendo solo silencio como respuesta. Oí pasos que se alejaban y volví a mirar: se había marchado. Sentí tanto alivio que dejé escapar un suspiro demasiado alto: oí el rugido que tantas veces había oído y la puerta salió volando. Frente a mí, un Yaut'ja de más de 2 metros armado por todas partes, entró en mi casa... Correr sería inútil, esconderse sería inútil, suplicar sería inútil... la única salida era enfrentarse a él. Yo siempre fui un friki de la cultura japonesa, tenía mi propia espada en casa, justo al lado de la puerta de la calle, así que la cogí. El Yaut'ja se paró en seco cuando me puse frente a él con el daitō en la mano, haciéndole frente. Su reacción fue la esperada, sus Dah'kte salieron como el rayo y me apuntó con su Sivk'va-ta... Yo estaba aterrado, sabía lo que esa cosa podía hacerme, pero no le regalaría mi cabeza por las buenas. Lancé una estocada que podría haberlo partido en dos, pero la esquivó sin problemas y me metió tal patada que me lanzó contra la pared. Aturdido por el golpe descubrí sus intenciones: siendo yo como era, que no estaba cuadrado ni nada por el estilo, no era una pieza de caza para él. Solo un estorbo en el camino a su presa. Cuando me atacó, me escabullí y bajé el primer tramo de escaleras, aún portando mi espada y se me ocurrió una cosa para salvar el culo: dejar la espada atravesada en las escaleras. Me asomé lo justo para que un Ki'cti-pa me peinase; el Yaut'ja bajaba las escaleras corriendo... Llamadlo suerte, llamadlo milagro, llamadlo como queráis, pero el cazador tropezó en plena carrera con la katana, precipitándose contra el cuadro eléctrico. Cuando le pasaron miles de voltios por el cuerpo, el Yaut'ja gritó de dolor, su mascara salió volando. Aprovechando que estaba aturdido, recogí mi espada del suelo y se la clavé en la cara, salpicando sangre verde por todas partes. El alienígena se retorció de dolor entre espasmos y chorros de sangre hasta que se quedó inmóvil, clavado en el suelo. Yo estaba tan ilusionado por conseguir sobrevivir que olvidé que de la nave habían bajado dos Yaut'ja...
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Post by Dark Predator on Jul 15, 2011 23:16:07 GMT 2
Algo me alzó con fuerza y me lanzó escaleras abajo, sacándome de mi momentánea felicidad. El otro Yaut'ja no parecía muy contento con que hubiese matado a su compañero. Como pude me puse en pie, apoyándome en mi katana. -No debes caer...- me dije a mi mismo. El cazador se acercaba lentamente, sin prisas... Casi a ciegas por el dolor, lancé una golpe y pude observar, casi a cámara lenta cómo mi katana, de aleación de tungsteno-titanio, era cortada como si fuese de papel por las hojas del Yaut'ja, que me agarró del cuello y me levantó sin esfuerzo alguno a más de un metro del suelo. Con la otra mano, se quitó su máscara y me rugió en la cara. Yo seguía empuñando lo quedaba de mi espada; en realidad solo quedaba la empuñadura y poco más de un palmo de hoja. Entonces empecé a reírme como un loco, logrando que el Yaut'ja me mirase con extrañeza durante un segundo... un segundo bastó para poder cortarle el cuello lo suficiente para que saliese sangre verde a chorros, salpicando mi cara. El Yaut'ja me miró desconcertado durante un instante y me soltó, desplomándose en el suelo. Yo respiré aliviado y traté de quitarme la brillante sangre verdosa de la cara, mientras recogía la hoja de mi katana. Agotado y dolorido por los golpes, me senté en el suelo al lado del Yuat'ja muerto, intentando juntar los trozos de mi espada. Miré al cazador y sin saber por qué, le coloqué el casco para cubrir su cara. Acababa de matar a dos de los monstruos más peligrosos que se puedan imaginar, pero en ese momento no me preocupaba mi espada, solo sentía lástima por el cazador al que había matado. Ni me inmuté cuando un tercer alienígena se hizo visible ante mi. Alcé la mirada y observé. -Ya estoy algo cansado de mataros, ¿sabes?- le espeté con ironía. El Yaut'ja usó su máscara para responderme, su voz sonaba a ordenador. -Ya veo... Tienes valor para plantar cara a mi especie. Has asesinado a dos de mis tripulantes-. Le miré con incredulidad. -Yo no he asesinado a nadie, fue defensa propia más bien-. Me puse en pie como pude; el cazador me sacaba 4 cabezas. -Tu comenzaste el enfrentamiento- me indicó el Yaut'ja. -Vosotros invadisteis mi casa por la fuerza, eso es algo que no consentiría jamás. Además, les maté usando esto- respondí agitando los restos de mi katana. -Son muertes honorables, nada de trampas ni juego sucio; les derroté limpiamente-. El Yaut'ja miró a su compañero muerto, con el cuello rajado de lado a lado y soltó algo parecido a un suspiro. -Es cierto, les mataste limpiamente. Si no hubieses mostrado compasión por ellos, te mataría ahora mismo, pero has mostrado respeto a un ser con alto sentido del honor... su equipo te pertenece ahora- dijo el cazador. Adiviné lo que eso significaba, pero no me sentía mejor. -¿Tenían familia?- pregunté. El Yaut'ja me miró y asintió en silencio. -Este tenía tres hijos, el otro dos...-. Sentí una desagradable sensación en el estómago. El Yaut'ja se puso en pie como el rayo, a tiempo de detener el Ki'cti-pa que se dirigía directo a mi cabeza. -Ella es la hija de Ook'pi, este combate no ha acabado aún- dijo señalando con la cabeza al Yaut'ja que se aproximaba a toda velocidad. Utilizando una llave, conseguí aprovechar su velocidad para lanzarla lo más lejos que pude, contra un árbol. La Yaut'ja era de mi estatura, y su cuerpo parecía más delicado de lo que era en realidad. Se quitó la máscara y pude ver que su rostro era humano, aunque poseía los mismos ojos que los Yaut'jas: de color naranja. Me quedé estupefacto ante la visión que tenía frente a mis ojos. -¡Idiota! No te quedes ahí contemplando- me dijo en perfecto idioma humano, mientras se lanzaba de nuevo. Mientras esquivaba sus golpes, miré al Yaut'ja que habló conmigo, buscando una respuesta. -Verás, los humanos y los Yaut'ja son especies compatibles. No es ningún híbrido ni un experimento raro; en una mestiza-. Flipé en colores, mientras seguía esquivando. De pronto se me ocurrió algo. -Si eres una mestiza, no deberías poseer la misma fuerza que ellos- dije con una sonrisa en el rostro. Me lancé contra ella, que se paró en seco asombrada y en el primer golpe, conseguí alcanzarle en la boca. Cuando me miró, sangre ligeramente verdosa; tenia el labio partido. -¡Serás...!-. La chica activó sus Dah'kte y avanzó amenazante. No me dio tiempo a reaccionar, las cuchillas se me clavaron en el torso y salieron a la misma velocidad. Vi cómo el Yaut'ja la agarró por el cuello, la lanzó contra el suelo y pisó su cuerpo con fuerza. -Tratar de asesinar a un oponente solo por haberte golpeado... Tu no tienes honor...-. Todo comenzó a volverse oscuro y difuso. De pronto sentí un dolor abrasador en mi herida y me desmayé a tiempo de ver como los Yaut'ja recogieron a sus compañeros muertos, atravesaban a la chica y tiraron su cuerpo inmóvil. Entonces se dirigieron a la nave con paso firme. -Esperad...- dije antes de desmayarme. Desperté cuando el sol había comenzado a salir y mis heridas ya no dolían, donde estaban ahora solo había dos cicatrices que parecían quemaduras. Ni rastro de los Yut'jas: ni sangre, ni cuerpos ni nada. Entonces recordé de golpe a la joven. Miré alrededor y la ví a pocos metros. Me levanté y con asombro vi que no me costaba esfuerzo alguno. Me acerqué corriendo a ella y comprobé si estaba viva. No encontré la carótida en su cuello, pero si logré encontrarle la radial y tenía pulso, pero muy débil. Miré de un lado a otro para comprobar si alguien nos había visto y comprobé aliviado que no. Recogí a la chica y la llevé en brazos a casa. Sus heridas no habían sido cerradas del todo, parecía que la habían dejado morir desangrada. La deposité con suavidad en mi cama y traté sus heridas lo mejor que pude. Tenía fiebre y sin poder hacer más, esperé. Durante dos días la joven durmió sin despertarse. Aproveché para arreglar la puerta y para limpiar un poco la casa. Al tercer día, estaba en el salón viendo la F1 cuando ella apareció. Parecía muy estropeada, pero sus ojos aún reflejaban su furia. -Voy a...- alcanzó a decir antes de caerse al suelo. La miré y reí muy fuerte, cogí mi refresco y lo acabé antes de levantarme y acercarme a ella. -¿Decías algo?- pregunté. Ella me miró con odio. -Voy a matarte...- dijo antes de desplomarse de nuevo. Dejé la lata en la mesa y me dispuse a ir a la cocina cuando me detuve. Me dí la vuelta, la miré y maldiciendo, la cogí y la llevé de nuevo a la cama.
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Post by Dark Predator on Jul 16, 2011 15:17:50 GMT 2
Ya podríais comentar algo sobre mi historia xD Siempre se agradece la opinión de otro/a ;D
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