hola a todos
recien estaba mirando discovery channel y vi que va a asalir una
nueva serie llamada ,maquinas de maldad , que trata acerca de todas estas maquinas mencionadas ,todavia no se cuando se estrena pero cuando sepa lo posteo
un saludo
Yo he visto un episodio de este documental-serie, y ha decir verdad esta bastante bueno, mostraron algunos metodos que no conocia...
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Pues revivo el post porque encontre una buena info, en este caso referida al torturador; El Verdugo.Matar a alguien como trabajo y sin secuelas psíquicas es muy difícil. Además de trabajar en algo definitivamente poco alentador, el ajusticiador o verdugo era difamado y marginado por la sociedad.
Otros eran los que daban los veredictos y las penas de muerte; sin embargo, estos jueces mantenían incólume su honor y seguían siendo respetados. El verdugo, por el contrario, era un marginado.
Muchos verdugos tuvieron trágicos finales. Buscaban refugio y olvido en el alcohol o sufrían grandes depresiones que terminaban en el suicidio. Algunos verdugos que cometían robos subieron al patíbulo en calidad de condenados.
Casi nadie estaba dispuesto a desempeñar voluntariamente el oficio de verdugo. Este tenebroso oficio, era acompañado siempre de sangre y difamación; ya desde las primeras civilizaciones se veía a los verdugos con una mezcla de respeto y terror.
Generalmente el verdugo era reclutado de los más bajos estratos humanos, cuando no abiertamente de las esferas de la delincuencia y el crimen. Ha sido siempre la imagen viva de la insensibilidad y la crueldad.
Los criterios para elegir un verdugo variaban mucho. En la antigüedad clásica, los esclavos eran obligados a realizar las ejecuciones de los verdugos; y en las colonias romanas los legionarios eran los encargados de ajustar cuentas a los delincuentes que eran crucificados en su mayoría.
En el Imperio romano los hombres responsables de los ajusticiamientos eran parte de gremios considerados deshonrosos. A veces eran los familiares de la víctima o los testigos presenciales del crimen, si es que existía; pero también podían ser personas escogidas de forma arbitraria o por castigo. En algunos casos la tarea del verdugo recaía en el hombre más joven de la localidad, el último recién casado, el último incorporado a la sociedad.
Algunas veces para vivir era necesario matar. En ocasiones un criminal condenado a muerte tenía la tarea de matar a los que hasta ese momento habían sido sus compañeros de infortunio.
La sociedad tenía la necesidad de convertir su supremo acto de justicia en un mero arreglo de cuentas entre delincuentes, lavándose así las manos de toda mancha.
Los verdugos debían vivir fuera de las ciudades y eran casi intocables, además de que estaban desamparados por las leyes. Como si se tratara de un leproso, solamente podía entrar en las ciudades con un permiso especial y debía caminar tocando una campanita para avisar a las personas “honradas” sobre su presencia.
En lugares como la antigua Roma, debía vestir ropa llamativa que delatara su oficio. Su vida era totalmente marginal, ocupaba el último lugar en las iglesias.
Debía pedir permiso para entrar a una fonda a comer; si alguien se negaba tenía que ir a otro lado siempre llevando su propia jarra de cerveza, de la que sobra decir que nadie compartía ni una sola gota.
Según algunos historiadores, cuando pagaba algo el que recibía el dinero hacía tres veces la señal de la cruz antes de recibirlo. La mujer del verdugo y su descendencia también sufrían la marginación social. Cuando la mujer tenía que dar a luz, era difícil encontrar a alguna mujer dispuesta a ayudarla, Cuando el verdugo moría casi nadie se atrevía a llevar el ataúd al cementerio.
Los hijos heredaban el terrible oficio y las hijas solamente tenían aspiraciones para casarse con alguien que también formara parte del gremio. A esto se debe que en algunos lugares existieran generaciones enteras dedicadas al oficio.
Durante casi 300 años una de esas familias, de apellido Sanson, ejecutó a los condenados de la ciudad de París.
Aunque los verdugos generalmente eran vistos como seres despreciables, por su proximidad con el reo, los “ajusticiadores” fueron rodeados de superstición. Algunos lo veían como una especie de curandero o de mago con poderes para atraer la suerte.
Muchos de los hombres que los despreciaban públicamente, llegaban en secreto a los hogares de los verdugos para comprar toda clase de brebajes, polvos y remedios para el mal de amores.
En el siglo XVIII los verdugos ingleses vendían los cadáveres de sus víctimas a los médicos o estudiantes de medicina que querían hacer sus experiencias, cuando no eran los propios reos los que antes de morir negociaban sus despojos con los laboratorios anatómicos.
Una ley inglesa de 1752 concedía a la “Company of Surgeons” el derecho de disponer de cuatro cadáveres de los ejecutados cada año. Los dientes y las muelas arrancados a los cadáveres colgantes de los ahorcados eran utilizados para hacer ungüentos milagrosos.
Algunas personas creían que la sangre de los decapitados tenía un poder sanador. Así que una gran cantidad de espectadores hacían todo lo posible por encontrarse en primera fila en los momentos de una ejecución, con la finalidad de ser salpicados aunque fuera un poco con la curativa sangre.
Era tal la demanda que en algunos casos, después de la ejecución se vendían cuencos llenos de sangre. Algunos otros deseaban obtener el pulgar del ladrón, creían que este hueso evitaba que el dinero se agotara, para la misma finalidad servía un trozo de cuerda de ahorcado o una astilla del patíbulo. Incluso se creía que la espada de ejecución era de buena suerte.
El hombre, verdugo de sí mismoEl verdugo recibía el encargo de matar a sus semejantes. Como único representante visible de una justicia bárbara, por su personificación del tirano en la lucha desigual con el débil irremisiblemente condenado, aparece siempre como una figura siniestra.
Pero en la base de esta idea sobre el verdugo, los que miran un poco más allá pueden ver el rostro más temible aún: de los principios que decretan la pena de muerte como su mejor defensa.
El verdugo es un asesino oficial, utilizado en ciertos días, que trabaja ante el público y que mata a la luz del sol teniendo como arma principal la justicia. Un asesino funcionario, asesino que tiene un puesto en la Ley, asesino en nombre de todos.
El verdugo preside la moral de la sociedad, vela sus sueños y recibe la sangre de las víctimas que la justicia mata.
El oficio de verdugo, entre la marginación, la superstición y la muerte, tiene ahora diferentes nombres. El hombre se preocupó con el tiempo por buscar métodos de ajusticiamiento menos “crueles” y más “humanos”. La imagen del verdugo ha cambiado a lo largo de la historia, siempre con diferentes nombres y la misma terrible finalidad: matar.
Ya sea en forma de soga, de guillotina, de pelotón de fusilamiento, de silla eléctrica, cámara de gases o inyección letal, la imagen del verdugo se ha transformado pero desafortunadamente sigue presente hasta nuestros días.
El derecho a quitarle la vida a los demás sigue causando polémica, pero detrás de la ya clásica y caricaturizada capucha del verdugo se encuentra siempre el mismo hombre que es ajusticiado.
Extraido de: www.taringa.net/posts/info/1462659/%C2%BFProfesi%C3%B3n__-ejem___-Verdugo.html