PREDATOR: CAZADOR EN TINIEBLAS
Capitulo 10
En medio del patio y cubierto por la densa niebla, Kox permanecía de pie, triunfador, después de acabar con los vampiros. Su sistema de camuflaje destrozado hacia presagiar que la batalla seria de proporciones épicas.
La paciencia del Yautja ya había llegado al límite, o incluso la habría sobrepasado. Era hora de acabar con el resto de los que quedaban y de dar caza a su líder.
Entro en los pasillos del complejo que presentaban una imagen todavía más oscura y aterradora que sus anteriores visitas. Claro que para un legendario cazador como Kox, nada resultaba aterrador.
Llevaba más de dos horas explorando la penitenciaria, no había ni rastro de los vampiros y mucho menos de humanos, pero encontró una habitación interesante. La sala de control de la cárcel, llena de aparatos y computadoras de los humanos. Kox poseía unos conocimientos informáticos básicos y también conocía la lengua de los humanos. Se introdujo en la base de datos de la penitenciaria y después de aproximadamente una hora encontró lo que buscaba. Al parecer, la nave con los suministros llegaría dentro de unos cinco días.
En ese momento se paro a pensar cuanto tiempo llevaba ya en ese planeta y al terminar de calcularlo quedaban tres días para que terminara el eclipse. Le vino a la mente el rostro de su hijo y el de su compañero. Lo lamentaba con sinceridad, le hubiese gustado que su hijo llegara a vivir tanto como él y que pudiera ver todas las cosas que el ha visto, pero al mismo tiempo se sentía orgulloso de ellos. Habían caído luchando contra lo desconocido y habían muerto con honor.
-Aunque os haya otorgado este nuevo don, debéis saber que no sois inmortales completamente. Puedo acabar con vuestra vida cuando me plazca. – Los recién convertidos a vampiros miraban todavía con temor a Júpiter. - ¡Tenemos un enemigo en este lugar! ¡Quiero que acabéis con esa bestia! Como podréis deducir antes me acompañaban más vampiros. Todos están muertos, al igual que vosotros si no me obedecéis. ¿Queda claro? – Ninguno de los presentes se atrevía si quiera articular palabra. - ¡Ahora acompañadme! – Los seis individuos siguieron a Júpiter y se perdieron en la oscuridad.
Ya hacia un buen rato que Kox había abandonado la sala de las computadoras y seguía sin encontrar el mas mínimo indicio de donde podían estar los vampiros que aun seguían con vida. Cuando los vio por primera vez, recordó que los tres que estaban hablando decían que su líder era el mayor vampiro que había existido nunca. Además según el informe del ordenador de a bordo de la nave llego a la conclusión de que cuanto mas antiguo fuera el vampiro en cuestión, mas fuerte se hacia y con menos frecuencia necesitaba beber sangre.
Al cruzar una esquina Kox se detuvo. Podía distinguir unos metros mas adelante la silueta de un individuo alto y fornido. Cambio su visión a nocturna y pudo verlo con mas detalle. Portaba unas vestimentas impecables, aunque manchadas de sangre, con unos bordados muy conseguidos. Por las características que observaba Kox estaba seguro que se trataba del líder.
-¡Monstruo! Se que puedes entender mi idioma. No obstante es el mismo que hablan la mayoría de los humanos. – El vampiro miraba fijamente a Kox con una sonrisa burlona en su rostro.
-¡Soy Júpiter! ¡El vampiro más antiguo que existe! – Así se presentaba Júpiter, con una elegante reverencia como saludo al Yautja.
-Hoy has matado a muchos de los míos. Me sorprende que aun sigas vivo. Nunca ningún otro ser había conseguido cruzarse con nosotros y hacer que yo tuviera que enfrentarlo. – Pero, dime ¿crees que saldrás vivo de este planeta? – Kox saco sus cuchillas como respuesta.
- Veo que estas ansioso por matarme. Es una lastima que vuestra sangre no reaccione al patógeno que transforma a los de mi raza. A mi lado nadie habría podido detenernos nunca. Lo comprobé con tus dos compañeros. Intentaron luchar, pero no duraron ni cinco minutos. Mis vampiros se bastaron solos para acabar con ellos dos. – Júpiter no se preparo para defenderse a pesar de que Kox había sacado sus cuchillas. Continuaba hablando con serenidad y con calma.
-Pero tu… ¡Tu eres distinto! Eres un gran guerrero. Tu solo has acabado con mis inútiles hijos. – Kox ya estaba cansado de oír hablar al vampiro y adopto una postura de ataque.
-Jajaja… así que ya estas preparado para atacarme. Siento decepcionarte, no vas a poder enfrentarte a mí. No pienso mancharme las manos con tu sucia sangre…
Después de pronunciar estas palabras Júpiter se dio la vuelta y empezó ha avanzar hacia la oscuridad.
Kox sorprendido por el gesto del vampiro, se lanzo al ataque al mismo tiempo que rugía ferozmente. El maldito ser estaba menospreciando a un guerrero legendario como él. No lo permitiría.
Pero sucedió algo inesperado. Varios vampiros se cruzaron en el camino de Kox cortándole el paso. Eran seis más, cuando ya pensaba que solo quedaba su líder.
Para sorpresa del Yautja, los vampiros que habían surgido de la oscuridad llevaban los uniformes de los guardias y otros monos de presos.
Eso solo podía significar que habían sido transformados hacia pocas horas por necesidad de fuerza de choque para detenerle.
Entonces eso significaba también que serian bastante débiles, pensó Kox, al mismo tiempo que se le ocurría un plan.
En ese momento uno de los vampiros se lanzo a por el Yautja. Kox se agacho esquivando el golpe de este y con un potente mandoble le corto la pierna. El vampiro gritaba por la pérdida de su extremidad y antes de que pudiera darse cuenta Kox le cortó la cabeza de cuajo.
Uno menos, quedaban cinco.
Todos los vampiros restantes corrieron hacia Kox. Este se dio la vuelta rápidamente y empezó a correr en dirección contraria, entrando en uno de los pasillos.
Estos nuevos vampiros tampoco eran tan veloces como los otros, pero le seguían de cerca.
Cuando habían recorrido unos metros, Kox cruzo los brazos sin dejar de correr. Al momento los extendió arrojando unos aparatos a ambos lados de la pared. De ellos salieron una maraña de rayos laser formando una telaraña. Los tres primeros vampiros intentaron detenerse sorprendidos por los láser, pero les fue imposible, acabaron convertidos en pedazos.
Kox se dio la vuelta. Los dos que quedaban no sabían que hacer. No podían cruzar ese mar de laser pero estaban confiados en que el Yautja tampoco podría hacerlo.
Lo último que pudieron ver fue como el fogonazo del cañón de Kox les volaba la cabeza.
Aunque el Yautja no lo sabía aun, todos los vampiros a excepción de Júpiter habían sido aniquilados.
Kox dio media vuelta, ya solo le quedaba cazar al líder y terminar con los demás vampiros que pudiera haber transformado este, si es que aun quedaba alguno.
Al dar el primer paso, la voz de Júpiter hizo detenerse al Yautja.
-Veo que estos últimos han sido pan comido para ti. – Júpiter aplaudía mientras hablaba. – Pero déjame decirte algo. Finalmente tu destino es morir en mis manos maldito monstruo.
Ante estas palabras Kox se dio la vuelta de nuevo, e imitando el gesto del líder de los vampiros empezó alejarse.
-¡¿Qué crees que estas haciendo?! ¡A mi nadie me da la espalda!
Kox continuaba la marcha a pesar de los gritos enfurecidos de Júpiter.
-¡¿Crees que tus juguetes pueden detenerme?! – El Yautja no se molesto en volver a mirar al vampiro. Avanzaría tranquilamente y daría la vuelta, para enfrentarse a él de una vez por todas.
En ese momento Júpiter le dio un fuerte puñetazo a la pared de su derecha. La pared empezó a desquebrajarse. Le dio otro golpe más y otro. La pared cada vez estaba más agrietada. Kox seguía caminando ignorando lo que estaba pasando a su espalda.
Incluso llegando al patio todavía podía oír los golpes de Júpiter a las paredes.
Uno de los dispositivos cayó al suelo al ceder la pared. Júpiter estaba realmente furioso. Esa bestia le había dado la espalda, a él. Al mayor vampiro de la historia y acto seguido empezó a golpear la otra pared poseído por la rabia.